Respiración en el yoga

Por Sramosa @sramosa

Uno de los aspectos a controlar en la práctica del yoga es la respiración. Ignacio F. Delgado, profesor de Alba Yoga, explica en este artículo la importancia de una buena respiración.

La respiración suele ser una de las mayores trabas con las que tropieza el practicante, o el neófito, que se acerca a la disciplina del yoga.

Un profesor de yoga experimentado no debiera inducir a sus alumnos, en especial si carecen de experiencia suficiente, a la perfección y realización de complejas o difíciles asanas, o posturas, que puedan ser causa, en el practicante, de mayor estrés y tensión que lo que, en realidad, pueda haber inducido su acercamiento al yoga y que probablemente fuese la necesidad de encontrar cierta relajación y equilibrio físico, emocional y vital.

Aun así, vemos en la práctica diaria cómo el cuerpo cambia, se adapta, adquiere flexibilidad y aquello que en principio parecía imposible o impensable, va resultando posible y realizable. Posturas que parecían solo aptas para contorsionistas y adeptos en forma y con años a sus espaldas de experimentación, comienzan a parecer más alcanzables. Pero ese no es el fin, solo el medio.

Puedo comprobar como muchas de las personas que se acercan buscando los beneficios del yoga, después de un tiempo y de haber logrado ciertos objetivos corporales, optan por abandonar el yoga, pues después de todo, parece que no han encontrado la mejoría anhelada, o el cambio en sus respuestas vitales y personales que parecía prometer el yoga.

Ciertamente, la realización de muchos de los asanas acaba siendo más sencilla de lo aparente a primera vista, pero ello, por si mismo, no parece que produzca muchos cambios a nivel personal.

Importancia de la respiración en el yoga

Por lo general y erróneamente, en la mayoría de practicantes que se acercan por primera vez al yoga, se produce un esfuerzo por el logro de cierta flexibilidad y bienestar físico, pero poco por el logro de una flexibilidad respiratoria y de una actitud de aquietamiento, concentración mental y estado de presencia. Claro que es comprensible si tenemos en cuenta que, adquirir flexibilidad, no supone esfuerzo psicológico alguno y que, por sistema, las personas, tendemos a competir los unos con los otros. 

Pero el yoga es y debe ser una disciplina introspectiva, psicológica, mental y psíquica, alejada de estereotipos y criterios de moda y actualidad.

Con lo cual, a la hora de elegir un profesor, es importante optar por uno que, antes de corregir nuestra actitud física en el asana, insista en mostrarnos el modo de modificar nuestros hábitos respiratorios mediante las variadas técnicas de respiración, o pranayamas, y en que tratemos de sostenernos lo más plenamente conscientes y centrados, a la vez que, dirigiendo el flujo respiratorio vital o pránico.

Desde luego que ello no será la solución a nuestros problemas, pero sí una gran ayuda a canalizar y encontrar cierto orden entre pensamientos, sentimientos y emociones, además de despertar la capacidad de hacernos más conscientes de cuanto ocurre en nuestro interior.

El yoga es el complemento psicofísico ideal para quien se presta a una ayuda, o terapia, de carácter psicológico, o médico, dado que el yoga es una medicina del y para el alma.

Así que, primero de todo y después de todo, debemos tratar de llevar en la práctica, una y otra vez, insistentemente la atención a la respiración y a su vez al cuerpo para aprender a sentirlo, a escucharlo, a descubrirlo y a relajarlo a conciencia. Esto es y debe ser la base del hatha yoga, realizar de cada estiramiento ejecutado un estado meditativo, de concentración y de autoescucha, cosa que en alguna de las variantes físicas de actualidad, resulta difícil, si no imposible, adquirir una conciencia corporal y una relajación muscular en cada asana.

Eso sí, podemos rodearlo de exotismo, de misticismo, de complejidad y perfección en su ejecución, podemos practicarlo con dinamismo e intensidad, a temperaturas de 40º con humedad para que la musculatura se dilate y nos sintamos más flexibles, pero no lograremos mucho más bienestar, armonía y paz interior que si practicamos fitness, y si algo logramos es más que probable que sea ficticio y tan solo nos dure unos meses.

Posiblemente hay quien piensa que el yoga debe ser algo que nos permita evadirnos de la realidad que vivimos, pero no es así. La práctica del yoga debe servir para hacernos más conscientes, más responsables, debe ser una práctica que nos abra el camino al encuentro con nuestro ser profundo, con nuestra verdadera naturaleza, hacia una comprensión de lo que somos, hacia nuestros valores más auténticos, tales, como la amistad, la solidaridad, la tolerancia, la empatía, la generosidad, la compasión y al despertar de nuestras cualidades dormidas como la creatividad, el arte, la intuición, la imaginación, el sentido de la belleza y del amor.