Respuestas a las 3 dudas más habituales en consultorios de relaciones

Por Kheldar @KheldarArainai

Hace tiempo me comprometí a resolver dudas a través del blog, si se cumplía la condición de que me preguntasen abierta y directamente y me lo pidieran o me viniese mejor contestar por aquí.

Las personas que me conocen desde los comienzos del blog saben que al principio le dedicaba un post entero a las dudas que se me planteaban. En esta ocasión, he decidido condensar tres de las más frecuentes en un único post, para hacerlo rico rico y con fundamento (como diría Arguiñano). He escogido:

  • Una pregunta sobre la comunicación constante, y qué hacer si no te contestan a los mensajes que envías.
  • Una pregunta sobre las amistades y el papel del romance en las relaciones interpersonales en general.
  • Una pregunta sobre los roles y etiquetas en las relaciones personales, y su relación con nuestra identidad.

¡Vamos al tema!

¿Qué puedo hacer si una chica no contesta mis mensajes, incluso después de haber hecho planes con ella la última vez que nos vimos?

Tengamos en cuenta una cosa, que va a ser válida para ellas y para nosotros: hoy en día la comunicación es brutalmente invasiva. No puedes “no recibir” los mensajes, llamadas y etcétera de otra persona (si alguna vez has intentado bloquear a alguien y se ha esforzado en saltarse la restricción, lo sabrás), así que la única opción que te queda es gestionar tu tiempo y tu atención. En otras palabras… Lo único que puedes decidir es cuándo contestas, si es que lo haces. Y lo mismo va por los demás, que pueden sentirse tan invadidos como uno mismo.

Es cierto que yo mismo he estado en la situación de la persona que me pregunta esto.

También a mí me ha dolido, extrañado e indignado que de repente alguien pase de mí… Y más cuando nos iba fantásticamente hasta entonces. Real o aparentemente genial, aunque quien decide no hacerte notar si algo va mal te quita una oportunidad de aprender y mejorar tu dinámica social.

Una propuesta de solución: autoanalízate y practica un ejercicio de sinceridad.

No te preguntes por las causas, ni busques la manera de evitar que dejen de hablarte. Antes bien, pregúntate por qué sientes la necesidad de que te respondan siempre, de estar en contacto permanente y de no dejar espacio. ¿Temes que te olviden? ¿Que se arrepientan? ¿Qué puede cambiar si tu comunicación y tu actitud cambian?

Si alcanzas a darle respuesta a estas preguntas, te liberarás del yugo de estar pendiente de que todo el mundo te responda inmediatamente.

No te hará falta concretar las cosas en ese mismo momento. No tendrás por qué plantearte ser un cabrón o follar cuanto antes (como se planteaba quien me envió la pregunta).

¿Qué puedo hacer para que mi mejor amigo acepte salir conmigo?

La eterna variable de la pregunta sobre la zona de amigos: la tensión sexual, el romance y el deseo entre personas que ya se conocían o que mantienen trato frecuente.

Aunque esta vez la pregunta me la planteaba una mujer, la cuestión puede abordarse también para ambos sexos. Y mi manera de abordarlo será un poquito peculiar…

Atiende: no existe la zona de amigos como tal, pero nosotros mismos la creamos.

What?! Are you crazy?

Un poquito loco sí que estoy, como todas las personas geniales. Como todos los seres humanos… Pero creo que aquí no se me va tanto la cabeza.

Me explico: sociológicamente, toda persona que forme parte de nuestros grupos primarios tendrá, idealmente, una relación más íntima y cercana con nosotros. El interés será por nuestra persona y por lo que somos, no por lo que hacemos. La valoraremos por la calidad de la relación en sí misma y por el salario emocional (satisfacción) que aporta.

Si tratas de poner un rasgo secundario o instrumental (metas, objetivos y acciones) en una relación primaria (que es una relación social), te la cargas.

Esa zona de amigos es la respuesta instrumental al hecho de intentar crear un entorno seguro para la relación social, y se da cuando extraemos de ella la mayor carga de intimidad y emociones. O, al menos, es lo que me parece a mí. No sé si los sociólogos y sociólogas de renombre (o de profesión, que yo lo tengo como afición y como complemento a mi formación en educación) lo habrán estudiado tanto como han estudiado las relaciones románticas y sexuales, ni si lo definirían así… Pero si tú lo sabes, considera compartir la información aquí.

Con lo anterior no digo que todas las relaciones que mantenemos sean insípidas y corteses rayando en lo ridículo, pero sí que es la tendencia de lo políticamente correcto.

Una propuesta de solución: sustituir la zona de amigos por otro espacio (que puedes llamar como quieras) destinado a la plena libertad y aceptación de ser nosotros mismos.

Se trataría de un espacio donde poder explorar todo aquello que significa algo para nosotros, que nos mueve, que nos emociona, que nos seduce. Donde abrir las emociones y dejar que se noten en la cara, en el corazón y en la actitud. Donde poner nuestra identidad, no nuestra máscara o juego de máscaras y ayudarnos a crecer y aprender así.

Ya sé que menciono demasiado este espacio, pero por algo será.

En mi vida comenzó como algo inconsciente (y en coña lo llamábamos “pollafuerismo”, por aquello de la evidencia y lo chocante), y ahora intento favorecer que aparezca tanto como me es posible conscientemente. Si no se da, tampoco lloro por ello, pero por mí no será (o no del todo). Si una persona quiere una relación puramente instrumental conmigo, no servirá de nada. Si es una mezcla de social e instrumental nos beneficiará en profundidad, realización personal, consecución de metas comunes y aportes al otro.

Y si es social, puede que acabemos en la cama. O puede que nos queramos a rabiar. O ambas cosas, y otras cuantas más… En la onda de la confianza, el respeto y el querer compartir más tiempo y más vivencias.

Ya me ha hecho la mítica pregunta de “nosotros qué somos”. ¿Qué puedo hacer?

Como verás, he escogido tres dudas que se cuentan entre las habituales y compartidas entre hombres y mujeres (o como poco aplicables a ambos).

La prisa por concretar puede ser tan peligrosa como posponerlo. Y dejarlo en algo ambiguo, ni te imaginas. La sociedad que habitamos está basada y fundamentada en el etiquetado.

Si no pones una etiqueta, la cagaste. Pero, adivina qué.

Nada te obliga a poner una etiqueta “al uso”, ni una etiqueta de las que quedan guay cuando hablas con tus colegas. Ni follamigos, ni amigovios, ni rollos, ni líos, ni pareja.

Una propuesta de solución: la vida se compone de caminos y acompañantes… Decide consciente y conjuntamente el papel que tendrán estos acompañantes en tu vida.

Clarifica, sin recurrir al etiquetado simple, qué cosas deseas de los demás y qué cosas estás en disposición de aportar tú. Como esto no es algo fijo e inamovible, plantéate cada cierto tiempo la evolución de tus circunstancias y tus necesidades y apetitos.

Lo importante es tomar una decisión consciente y fundamentada.

Para esto, así como para las dudas anteriores, puedes apoyarte si lo deseas en mi libro Todo, menos marear (consíguelo en tapa blanda o en Kindle). Publicado en el verano de 2014; es una obra ligera, sencilla y amena que te ayudará a conocer la evolución social y psicológica del concepto del amor y las relaciones; además de a encontrar y definir tu marco de referencia en cualquiera de tus momentos vitales.

Una opción a una experiencia más directa, compleja y profunda sería la de formar parte de la Comunidad de La Vida es Fluir participando en nuestros cursos. Trabajamos directamente contigo, ya sea online o de manera presencial.

Somos un equipo multidisciplinar de expertos y expertas comprometidos con el desarrollo total de tu persona. Requiere mayor esfuerzo y compromiso que leer el libro, pero aporta mayores y mejores resultados (además de que este libro lo recibes como apoyo entre los materiales de los cursos presenciales, junto a otros documentos).

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Si deseas plantearme tus dudas y que las responda en un post de consultorio, usa el formulario de contacto e indícamelo claramente. También puedes indicarlo si deseas que sea cualquiera de los otros miembros del equipo quien responda, en vez de (o además de) yo mismo.

Tu privacidad está garantizada, pero ten en cuenta que das tu consentimiento para usar tu pregunta y otros elementos que la complementen en tu correo para confeccionar la respuesta; bien a través de la cita literal de los mismos, o bien adaptados a la frecuencia y posibles variaciones de dicha pregunta (con objeto de abarcar en lo posible dichos paralelismos).

¡Hasta pronto!

Autor: Sergio Melich (Kheldar)
Pedagogo al 36,5% y subiendo, comunicador y mentor por vocación (y pronto, más). Autor de las webs La Vida es Fluir & Play it Sexy!, Aventurero y Heartist (persona comprometida a vivir, crear y obrar con cabeza, corazón y conciencia. Escribo sobre el Buen Vivir: autoaprendizaje, estilo de vida, habilidades sociales, relaciones y más.