Resurge en todo su esplendor el terrorismo mediático de la (extrema) derecha española, ese golpismo civil de papel que luego el PP convierte en (obligada) fuente de inspiración de sus delirantes intervenciones parlamentarias de acoso y derribo. Cuando la (extrema) derecha española saca toda la artillería pesada que es capaz de poner en juego, es que algo no va según los cálculos previstos. ¡Si hasta ha habido que desperezar a Rajoy! Y es que Rubalcaba es mucho Rubalcaba: el tío no se achanta como sí lo hacen los calzonazos del Gobierno, y es capaz de devolver el ciento por uno en bofetadas sin descomponer el gesto.
El caso es que si Rubalcaba lograra que antes de las elecciones generales ETA hiciera público un papel en el que los terroristas anunciaran que cierran la tienda, el tipo arrasaría como cabeza de lista del PSOE en las generales. Así que la orden es: hay que destruir a Rubalcaba sin reparar en medios, y de paso cerrar cualquier posibilidad de que ETA lo deje antes de que el PP vuelva a gobernar.
Para que el PP gane con tranquilidad las próximas generales y aún las municipales y autonómicas de dentro de dos meses, ETA tiene que seguir y si es posible cometer algún atentado. Y Rubalcaba debe haber sido laminado previamente.