Ayer mi padre me sorprendió con un juego de versos que me llegó al alma, y le dije que lo iba a apuntar para que no se perdiera. Decía así:
Melimes y Melames
comieron un besugo.
Melimes la cabeza
y Melames el culo.
Soy fan absoluta de todas estas palabras que compartimos cuando somos pequeños y que tienen dentro la Historia de un pueblo, de miles de abuelos y de miles de abuelos de abuelos. En ellas disfrutamos del puro placer de decir algo aunque no tenga sentido, ponernos a rifar ” a ver a quién le tca quedársela” mientras repetimos:
Un gato se tiró a un pozo
las tripas le hicieron gua.
Arremoto piti poto
arremoto pitipa
salvadito tú estás.
Os prometo (creedme) que yo sigo usándolo para ver quién va a pedir a la barra de un bar cuando hay demasiada gente o quién se encarga de hacer una tarea que nade quiere. No me gustaría perder ni una sola de las palabras que me acompañaron durante muchas tardes de la infancia y me hicieron descubrir el mundo sin necesidad de que aquello que contaban fuera real.
Han puesto una librería
con los libros muy baratos
con los libros muy baratos.
Con un letrero que dice:
aqui se vende barato
aqui se vende barato.
Muchas horas repitiendo esos ritmos mientras botabas una pelota o simplemente para pasar tiempo con amigos, para aprender a aburrirnos cuando nos tocaba quedarnos en casa.
Juan y pepinillo Cola Cao
nunca va a la escuela Cola Cao
Porque su maestra lo ha castigao
Cola Cao Cola Cao
Algunas, como está última, no las conoceréis seguro porque son invenciones de mi madre y sus hermanos. Esa es la cultura popular, la que va pasando de unos a otros convertida en juego, en emoción, en una retahíla para pasar el rato. No las perdáis nunca, ni las palabras ni la capacidad de reinventar el mundo con ellas.