Este nuevo mapa del envejecimiento de la población va a necesitar una nueva configuración del sistema actual de atención sociosanitaria. Es en este contexto cuando la inversión en sistemas de teleasistencia permite rebajar el coste asistencial y sin olvidar el fin último de esta tecnología, mejorar la calidad de vida del mayor.
Gracias a la teleasistencia se consigue que los mayores sigan formando parte activa de la sociedad conservando su independencia y su entorno familiar y vecinal.
Los retos futuros de la teleasistencia pasan por la movilidad del servicio, la seguridad y la ampliación de los servicios prestados como por ejemplo el consejo sanitario, salvando el bache que supone por ejemplo, la intercomunicación entre dispositivos y la solución de los aspectos éticos y legales asociados a la gestión y tratamiento de información sensible necesaria para el seguimiento de los usuarios.
El futuro, que ya es una realidad, pasa por la generalización de los dispositivos con sensores biométricos y la mayor participación y conocimiento de las personas mayores de las nuevas tecnologías asistenciales.