Segundo año consecutivo con el reto de sacar adelante la revista de un centro de secundaria con 1000 alumnos y más de 80 profesores. Con cientos de exalumnos y de personas vinculadas a él. Con actividades constantes y tantas y tantas historias por contar. Ese es el máximo objetivo de la revista: guardar historias.
El primer año al frente fue una prueba, un reto que se nos puso ante los ojos y que logramos victoriosos, pero exigentes. El segundo, este, fue distinto. Personas ambiciosas como nosotros, equipo perfeccionista y quisquilloso el nuestro, tenía un nuevo objetivo. En septiembre empezó la carrera para edificar nuestro sueño: la renovada revista Màrius. Dejando atrás la anterior, nos propusimos que esta no quedara en el olvido. Que se convirtiera en un recuerdo para siempre, en algo especial. ¿No son para eso las revistas de instituto? Para remirarlas con el paso de los años y recordar. Para poner la piel de gallina releyendo textos o mirando fotos de antaño. ¿Quién no guarda la revista donde aparecía cuando estudiaba y la mira nostálgico cada mil años? Nostálgicos, aquí estamos.
Ha sido una revista de retos profesionales y personales. Relatos, poemas e ilustraciones del propio equipo. Colaboraciones mágicas de la mano de Josep Maria Nogueras, Anna Sàez, Álvaro Tato, Elena Medel, Luis García Montero… y tantos otros que dejo en el tintero para que paséis las páginas y descubráis vosotros mismos.
Terminamos agotados después del parto. Cuando sale a la luz y está en manos de tantas personas implicadas. Exhaustos y felices con las páginas en el regazo, orgullosos. Anotando ya los errores y los cambios para para el próximo curso. Empieza el verano con la nueva lista hecha, artículos siguientes en mente, mejoras en marcha. Cabecitas inquietas las nuestras.
Gracias, antes de irme, a todos los que han hecho posible que no nos volvamos locos en este vuelo. Ya sabéis quienes sois. Sin vosotros imposible. Gràcies.