Pasaba hambre. Todo el barrio, todo El Palo pasaba hambre. Gran parte de la población de aquella Málaga de posguerra, de carestía, de cartilla de racionamiento, de estraperlo pasaba hambre, un hambre feroz, ésa "jambre" que era la consecuencia de lo que a ella más le dolía, los "flatos" de su hermano pequeño .
Lo que contaba de aquellos años mi madre, se completaba con sus recuerdos de los sufrimientos y miedos por el ruido de los cañonazos que caían desde los cielos malagueños o desde los barcos de guerra anclados en la Bahía; de los sabañones de frío, de calentarse en el frio invierno con la copa de cisco, de cocinar con carbón, de la carencia de los alimentos, de no poder comprar lo más necesario a pesar de que toda la familia trabajaba de sol a sol…incluso en los en las oscuras noches, con los sardinales que se adentraban en la mar. La pobreza era patente en aquella sociedad, en aquellos años que les tocó vivir.
Años en los que productos hoy en día casi olvidados eran básicos para la subsistencia: arencas, algarrobas, garbanzos fritos con los que hacían harina; la cebada que se tostaba sobre una sartén y se molían para hacer ése sustituto del café que se endulzaba en el mejor de los casos chupando un caramelo que compraban cuando podían con una perra chica.
Aún me parece escucharla decir aquella frase que repetía cada vez que cocía para nuestro deleite, en los días otoñales, castañas y batatas ¿Cuánta hambre nos quitaron las batatas?
No hay que dejar caer en el olvido la carencia grave de alimentos que vivieron nuestros mayores, y mucho menos aquellos que le sabían a gloria. Las batatas en concreto, se convirtió en uno de los productos más preciados ante la escasez de patatas.
La llamada “Papa rosa de Málaga” se introdujo en guisos como ingrediente principal incluso de las comidas. Crudas, fritas, cocidas, asadas, en cazuelas o potajes…..en éstas fechas es un manjar de mi cocina que me hace recordar sabores y aromas que me llevan a la cocina de mi madre.
He podido leer que fue uno de los primeros productos americanos llegados al viejo continente, donde se le denomina camote (del náhuatl) y boniato, de dudosa etimología. La conoció Colón en su primer viaje en Haití y en Málaga concretamente, según tengo entendido, se aclimató a las mil maravillas. Las ricas vegas de la Axarquía, concretamente la zona de Vélez Málaga puede presumir de haber sido “cuna” de las primeras batatas europeas, de la variedad más apreciada, la llamada Rosa de Málaga, que pasó a ser denominada “patata de Málaga”.
La verdadera patata, la “papa” que todos conocemos como tal, no llegaría hasta bien entrado el siglo XVI y su consumo no se generalizó hasta finales del siglo XVIII. Hoy en día, la denominación de “papa de Málaga” para definir la batata se ha perdido por completo.
Curiosamente, la palabra batata en el país vecino, en Portugal sirve para designar a la patata. Si patata era batata en el español del Siglo de Oro, batata es patata en el portugués de ahora mismo.
En cambio para los italianos, la batata es ‘patata americana’, en tanto que para ingleses (sweet potato), franceses (patate douce) o alemanes (susskartofel) es... patata dulce.
Bueno: dulce sí que es. Ahora bien, ¿patata...? Dos cosas tienen en común batatas y patatas: ambas son tubérculos, ambas crecen bajo tierra. Y hasta ahí. Ni siquiera son parientes. La patata es una solanácea, como el tabaco, el tomate o el pimiento. La batata, en cambio, es nada menos que una convolvulácea.
Al igual que hacían mis mayores para su sustento, tímidamente, vuelve a aparecer la batata, la papa rosa de Málaga, en mis platos, en guisos, frita, asada, cocida...Las llamadas patatas dulces, boniato, moniato, pataca, papa dulce y papa rosa de Málaga dan un toque de color, de un naranja vivo, y un contraste de sabor, un punto dulce, que queda perfecto.
Hoy, con ella, he preparado y comparto ésta receta: un revuelto que mi madre “bordaba” aderezando las batatas fritas con las morcillas del terreno, la tradicional malagueña. A la que yo le he añadido pasas y piñones.
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
Una batata mediana, un huevo de tamaño grande o dos pequeños, un trozo de morcilla tipo rondeña (especiada y con manteca “colorá”), piñones y pasas de uvas moscatel, sal, aceite de oliva virgen extra, una ramita de cilantro fresco (en su defecto perejil).
Quitar la piel a la morcilla y desmenuzar. Reservar. Pelar y cortar la batata en trozos pequeños.