Desde hace ya varios años se han realizado estadísticas en hospitales comparando a los paciente optimistas con los pesimistas.
Todos ellos padeciendo enfermedades muy similares tanto en su diagnóstico, como en la gravedad del caso.
Los resultados son sorprendentes: En un 80 por ciento de los casos, los pacientes optimistas conocedores y practicantes de las artes de la risa, el juego y el humor, han sanado tanto con mayor éxito, como más rápidamente que los pacientes pesimistas.
En la psicoterapia, los resultados son similares e inclusive aún más sorprendentes a favor del grupo optimista.
Es por ello que probablemente dentro del repertorio de personas que hemos conocido a través de nuestras vidas, podamos localizar sin mucho esfuerzo a quien no importando si le ocurriera algo terrible o algo maravilloso, no tardaba más de un minuto en encontrar los argumentos más razonables para quejarse, concentrándose en el lado oscuro, despreciable, inservible, problemático, reprobable y hasta despreciable de ello.
De la misma manera, es probable que podamos localizar en nuestro recuerdo a quienes independiente de lo que les ocurriera, buscaban enseguida encontrar lo constructivo, apreciable, enriquecedor, ‘aprendible’ y hasta divertido del mismo hecho.
Fuente: Ana Laura Barrena