Rigoletto, ópera estrenada La Fenice el 11 de marzo de 1851, y denominado como "Melodramma In Tre Atti" forma parte de la Trilogía Popular de Verdi, y es una de las obras mas famosas de todo el repertorio operístico. Rigoletto sigue siendo una ópera que funciona por varios motivos, entre ellos su estupenda concepción del drama, tan bien tramado y muy moderno en su estructura para la época. Otro punto a tener en cuenta es sin duda la música, que se caracteriza por lo atmosférica de la misma especialmente en el tercer acto, el brillo de la mayoría de sus pasajes, y lo bien integrada que está en la acción dramática, donde la partitura es un instrumento para el desarrollo de los personajes y definir su psicología, mas que un mero lucimiento para los cantantes. Si a todo esto le añadimos un atroz crítica política y social que nunca viene mal, pues ya tenemos en la coctelera todos los elementos necesarios para que la fórmula funcione sin el mas mínimo problema. Estos conceptos tan obvios hoy en día, en su momento fueron una revolución y mas de un disgusto le costaron a Verdi tanto con la censura como con la crítica de la época. Ni que decir tiene que fue un exitazo sin parangón y que todavía a día de hoy se mantiene como uno de los ejemplos mas sólidos de ópera bien tramada, bien escrita y que ofrece todo aquello por lo que los amantes de la ópera la amamos.
Vayamos con el elenco, con sus mas y sus menos, pero aceptable en general.
Comprimarios correctos, sin nada destacable a no ser la ligeramente destemplada Giovanna de María José Suárez, que no acabó de redondear sus intervenciones de forma correcta.
Fernando Radó, bajo, como Monterone.Insuficiente por varios motivos, falta entidad en la voz como para transmitir el dramatismo que sus intervenciones deben destilar, así como la importancia de lo que dice. Escénicamente excesivamente joven y muy poco caracterizado, por tanto la pobre interpretación vocal encima se ve desfavorecida en lo actoral. Monterone requiere de un cantante experimentado y con un gran peso vocal para que funcione como debe funcionar. Radó pasa completamente desapercibido en todas sus intervenciones.
Justina Gringyte, mezzo-soprano, como Maddalena.Muy justa si se me permite el chiste, escasa de volumen, prácticamente no se la escuchó durante todo el cuarteto, y con una línea de canto bastante deficiente. Maddalena es un personaje que me gusta mucho, y que pocas veces es cantado con la eficacia necesaria, siendo en este caso un ejemplo mas de secundario poco cuidado. Gringyte pasa sin pena ni gloria, exactamente igual que Radó en su Monterone.
Andrea Mastroni, bajo, como Sparafucile.La sorpresa de la noche señores. Sparafucile es un personaje que me fascina, su duetto con Rigoletto es uno de mis momentos favoritos de la función, y sus tenebrosas intervenciones siempre me saben a gloria. Mastroni despliega poderío vocal, haciendo lo que quiere con un mas que interesante instrumento, de prodigiosa técnica, imponente volumen, y mas que bien resueltos finales de frase. El siempre efectista mutis del anteriormente citado duetto estuvo esplendorosamente servido, y ofreció un espléndido tercer acto, en el que se imponía ampliamente sobre la mayoría de sus partenaires escénicos.
Olga Peretyatko, soprano, como Gilda.Había leído auténticas barbaridades sobre esta mediática soprano, y la verdad es que me sorprendió para bien. Peretyatko no es la voz del siglo que duda cabe, pero la encontré correcta, con un bello timbre, y decente emisión a excepción del tercer acto, donde no se la escuchó absolutamente nada, hasta el dúo final con su padre. El final del celebérrimo "Vendetta", fue obsequiado con dos sobreagudos (debido al bis) de gran efecto, aunque un tanto forzados en mi entender, abiertos y atacados de forma ciertamente vacilante en cuanto a la afinación pero que el respetable braveó de forma muy notoria. Sirvió un mas que correcto "Caro Nome", con bonita coloratura, y muy sensible. Normalmente me aburro mucho en esta aria ya que la tengo tan oída que desconecto al segundo trino, algo que no me pasó en absoluto con Peretyatko. La soprano rusa dio lo mejor de si misma en el dúo final con Rigoletto, que realmente me conmovió dotando de gran lirismo a uno de los momentos mas bellos de la función.Actoralmente ni huele a la sufridora Gilda, no hay el necesario recorrido que el personaje tiene, y la niña que empieza la función, no se convierte en la mujer que es después del rapto. Simplemente está bella, sensible y dulce desde que empieza hasta que acaba, superficial como "el ala aleve del leve abanico" del poema de Rubén Darío .En líneas generales sirvió una correcta interpretación vocal, y me pareció una digna Gilda, alejada del desastre que algunos plantean, con momentos muy disfrutables y algunos mas que estimables. Fue rotundamente ovacionada por un público entregadísimo.
Stephen Costello, tenor, como Duque de Mantua.De lejos el peor del elenco, con un escasísimo volumen, cantando en un italiano digno de su Filadelfia natal, y con serios problemas en la línea de canto. Nulo legatto en el bello dúo con la soprano que Costello destrozó con su mínima expresividad y falta de gusto cantando. Deslucidísimo "Questa o Quella" soporífero de principio a fin y que apenas despertó las emociones del respetable. El papel no le va en absoluto y el feo paso de la voz que tiene todavía desluce mas su interpretación, por lo demás apretadísimo de principio a fin, y en completa disonancia con el resto del elenco ya que uno se plantea que pintaba este señor en esta producción. No me dijo absolutamente nada, me aburrió soberanamente y me dejó mas frío que a un besugo en la pescadería.
Leo Nucci, barítono, como Rigoletto.No voy a decir nada de Nucci que no se haya escrito ya, pero no queda otra. Lo primero decir que Nucci no es la ortodoxia pura precisamente cantando, portamenta y la voz no tiene el brillo de antaño, pero amiguitos, es un animal escénico que fascina al respetable, a mi incluido, y que llega por su esforzada entrega y pasional interpretación, se le puede achacar la falta de matices y lo que arriba narro, pero Nucci es un fenómeno que va mas allá del purismo musical. Puso el teatro patas arriba dos veces, al final de un espeluznante "Cortigiani" y al final del "Vendetta", que bisó como mandan los cánones, y que llevo al delirio a un Teatro Real entregado como pocas veces he visto. Yo creo que algunos no soportan a Nucci porque da espectáculo, y mucha chicha dramática al que posiblemente sea el Rigoletto mas importante de los últimos 30 años. Yo solo puedo decir que disfruté como un loco, sentí estar viviendo algo histórico en el bis, a pesar de lo previsible del mismo, y me emocioné en el soliloquio del primer acto como hacía mucho que no lo hacía en un teatro de ópera.Nucci hace su Rigoletto, personalísimo, quizás alejado del que Verdi planteó, pero llega, y enloquece al público, y solo por eso ya merece respeto, y en mi caso admiración.Supongo que no volveré a ver a Nucci en este papel, por la edad del divo es evidente, pero lo que si tengo claro es que algún día diré... Hace muchos años vi a Nucci en Rigoletto, y se me erizará el pelo de la nuca, y si alguien me está escuchando en ese momento dirá, ¡que suerte has tenido!
Vayamos ahora con la propuesta escénica:La producción viene firmada por David McVicar, muy negra, muy sucia y muy fea. Me explico, pase que Rigoletto hable en líneas generales de las mas bajas pasiones del ser humano, pase que denuncie la decadencia de los nobles, y pase que se mueva entre burdeles y asesinos. Pero eso no justifica que todo se desarrolle en una estructura metálica roñosa, de indigesta movilidad, que la casa de Rigoletto parezca salida de Mad Max, y que durante el último acto le apetezca a uno sacar una linterna para ver si es capaz de vislumbrar algo de lo que ocurre en escena, todo es deprimente y mugriento, reconozco que la estética excesivamente feísta ya me empieza a aburrir, por manida y excesivamente vista.La escena de la bacanal con la que empieza la ópera está muy embarrada siendo una amalgama de personajes que cantan sin ton ni son y que nos cuesta diferenciar en escena y que hace que el espectador neófito no entienda nada de lo que está pasando.La producción no aporta nada que no se haya contado antes, y se parece sospechosamente a la producción del MET con Domingo, Cotrubas y MacNeil de finales de los 70.Es decir una poco inspirada propuesta escénica, que no molesta y permite que se siga el drama sin giros extraños. Rutinaria e impersonal a partes iguales sin nada destacable o sorprendente.
Decir como nota aclaratoria que las fotos no se corresponden en su totalidad con el reparto que esta crítica ocupa.
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