Tenemos arraigada en la mente una confusión muy grande con lo que respecta al dinero. Es muy conocida la frase: "El dinero no compra la felicidad". Pero en el fondo de nosotros sabemos que si tuviéramos más dinero seríamos más felices. Mucha de esta confusión se debe a dogmas religiosos que equivocadamente nos ha programado para pensar que "la pobreza es una virtud"
Las dos frases están bien construidas, el problema es la interpretación que hacemos de ellas. No podemos negar que un ser humano carente de recursos puede pasar muy mal, con mucho estrés, con mucha preocupación, con problemas familiares. Por tanto si la persona que pasa por un estado de pobreza y no es capaz de superarla, o la interpretación que le da a su vida de carencia es equivocada, es muy probable sacar conjeturas desde este ángulo y afirmar que la pobreza es la causante de los crímenes, robos, asaltos, abusos de drogas e innumerables problemas físicos y mentales.
Pero, si la interpretación por parte del sujeto que sufre el estado de pobreza es correcta. Quien la padece con actitud positiva, podría interpretar que es una oportunidad para estimular su ingenio, desplazar sus capacidades y poner en juego su potencial. De éstos hay cientos de casos, muchos que ahora son millonarios un día estuvieron en la miseria más grande y supieron sortear la adversidad.
Quien haya elaborado la primera frase, seguro que tenía lo que muchos quisiéramos, o sea, una posición económica solvente. Pero le faltaba algo que no lo podía conseguir con sus recursos materiales. Solo podemos especular acerca de lo que se quiere conseguir con el dinero, aunque seguro que acertamos si decimos que son caprichos de nuestro ego cargado de insatisfacción.
Una cosa que casi nunca tomamos en consideración, es la relación espiritual con el Creador, donde radica la verdadera felicidad. Cualquiera que sea tu opción religiosa, te animo a que pruebes a creer en Dios y tener esperanza en que sus bendiciones te alcanzarán y te dará una incomprensible paz interior. Si eres sincero o sincera, no saldrás defraudado sea cualquiera que sea tu situación económica, o tu estado emocional. Y cuando te acerques a Dios no digas que tienes unos problemas muy grandes. Dile a tus problemas que tienes un Dios muy grande.
Tenemos que recordar que no somos inmortales y que tarde o temprano moriremos y todos sea de la creencia que sea, tendremos que dar cuentas al Creador. Muchos que ya han muerto no han aprendido a disfrutar del milagro de la vida, esa magia que la hace espectacular cada segundo de nuestra existencia.