Ahora, en éstos duros, difíciles momentos que nos ha tocado, que durante meses, por el Covid19, millones de personas hemos tenido que quedarnos en casa, cobra sentido aquella intuición que se hacía visible en el divertido juego del pilla-pilla: estamos en casa, salvados.
Ése lugar que llamamos casa, es más que un sitio, es ése espacio que habla de ti, donde las cosas son parte de nosotros, un yo prolongado en objetos que hablan y dicen en gran medida cómo somos, lo que nos gusta y valoramos de la vida; un lugar donde relajarse, disfrutar y vivir.
“Casa”, nuestra casa es sinónimo de seguridad, de tranquilidad y de intimidad, nuestra “zona segura” en la que te sientes a salvo. Y en éstas últimas semanas más que nunca.
Nuestra casa sin darnos cuenta se ha tenido que convertir en un espacio más allá del que habitar, ha sido nuestro gimnasio, nuestras escuelas e incluso universidades, nuestros “restaurantes” y nuestras oficinas y lugar de trabajo.
Como muchas familias, la mía también ha tenido que cambiar sus hábitos, el “tele-trabajo” se hizo parte del día a día y la sala de estar se convirtió en el despacho de mi marido.
Es en su despacho, abierto por fin tras el obligado y necesario confinamiento, donde “Mi Cocina” virtual tenía un discreto y apartado lugar, una mesa, mi ordenador, mi pequeño rincón. Un lugar que me permitía realizar una ansiada rutina, salir de mi zona de confort, de mi casa y poder estar en todo momento cerca de él.
Todo ha cambiado, #YoMeQuedoEnCasa me siento “salvada” en éste rincón, donde mi cocina virtual se abre al mundo exterior, donde puedo seguir escribiendo, compartiendo los platos que preparo como éste delicioso risotto con espirulina.
¿Qué no saben lo que es? Les cuento:
Entre los atractivos de la espirulina no solo se encuentra el tener proporcionalmente cuatro veces más proteína que el huevo, sino que también posee una gran cantidad de micronutrientes, como las vitaminas B1 y B2, con las que cubre (de sobra) las necesidades diarias recomendadas. Lo mismo pasa con el hierro. Además, es una buena fuente de manganeso y vitaminas B3 y B5.
Éstos microorganismos pueden ser cultivados por el ser humano. Para crecer necesitan pequeños charcos, entornos salinos y suelos alcalinos, características que dificultan el cultivo y crecimiento de cualquier vegetal. Esto propicia que en zonas del planeta donde se cumplen estas características se críe esta bacteria para satisfacer las necesidades alimenticias de la población.
Y Málaga, ése rincón de Andalucía, que con pasión yo llego a llamar “El Paraiso” reúne todas las cualidades necesarias para que se pueda producir la espirulina, tanto es así que ALGA YIELD (Empresa malagueña, ésta es su web) tiene su sede en un precioso pueblo malagueño llamado Moclinejo.
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
200 grmos.de arroz (especial para risotto, variedad arbórea), 200 grms. de gambas blancas de Málaga, 2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra, 20 grms. de mantequilla, ½ litro de caldo de pescado (lo preparé con espina de pez espada y las cabezas de las gambas), medio vaso pequeño de vino blanco (usé un fino amontillado), media cebolla pequeña (blanca, dulce), 2 cucharadas pequeñas de espirulina, 3 cucharadas soperas de queso rallado (usé curado tipo manchego) y sal.
LOS PASOS A SEGUIR:
Pelar las gambas y picar muy finamente la cebolla, en trocitos pequeños. Poner a hervir el caldo de pescado.