Ritmo colorista

Por Marcelo Caballero

(c) María Plotnikova

Una de las situaciones más complejas con las que se puede encontrar un fotógrafo,  al deambular por una ciudad con una cámara, son los ritmos visuales a través del color. Estos ritmos en el color no son lo más importante de la instantánea, pero subrayan, condicionan, ciertos ritmos visuales con la alternancia de tonos o colores primarios y secundarios.

(c) Costa Manos

Ese “ritmo colorista” nada tiene que ver la búsqueda de líneas y perspectivas. Es otro plano de abstracción al encuentro de una posible fotografía. Ese ritmo crea secuencias alternas de color que dan melodía a esas líneas, y enfatizan aún más las profundidades de campo a esas perspectivas.

(c) Georgui Pinkhassov

A veces ese ritmo puede mimetizarse en los fondos, sin embargo no todo depende de ello. Como en cualquier ritmo, el color actúa como una nota perturbadora y ello condiciona lo que selecciono en el encuadre. El ritmo colorista tiene su propia cadencia y es lo más difícil de entender en la fotografía porque no existe un patrón definido. Cada fotógrafo tiene su propio ritmo interior, y en ese contexto, la ciudad le brinda alternancia de ritmos coloristas como si se tratara de improvisaciones que cambian en cada momento.

Viñales, Cuba (c) Marcelo Caballero


Quizás en esas improvisaciones que semejan a "sin ritmos melodiosos" como todo lo que ocurre en las calles, la luz sobresale como la gran nota, singular de la composición.
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