Obtenida en 1862 la graduación en medicina en Gotinga, tras un breve período que pasó como auxiliar en el Hospital de Hamburgo se dedicó al ejercicio de la profesión médica en Hannover y Posnania. Nombrado médico del distrito de Wollstein (Posnania), vio atraídos singularmente su atención y su interés por las dolencias infecciosas, en particular por las septicemias, las infecciones de heridas, la peste bovina y la enfermedad del sueño.
Inició entonces una serie de investigaciones sobre las bacterias que andando el tiempo habrían de hacerle famoso, y no sólo por la importancia de sus descubrimientos, sino también a causa de las notables mejoras por él introducidas en la técnica de la bacteriología, tan trascendentales que permiten considerar hasta cierto punto a Robert Koch como el fundador de la misma. La fama de sus estudios le llevó en 1880 a la dirección del laboratorio bacteriológico del Departamento Imperial de Higiene de Berlín.
Libre de las preocupaciones profesionales, pudo entregarse por completo a sus investigaciones, y concentró su atención particularmente sobre la tuberculosis y el cólera. Los resultados de tal actividad no se hicieron esperar mucho: en 1882 el sabio descubrió el bacilo de la tuberculosis, que fue denominado "bacilo de Koch"; además, llevó a cabo importantes estudios respecto al cólera. En 1885 ocupó la cátedra de Higiene de la Universidad de Berlín; durante esta fase de labor universitaria realizó el descubrimiento de un primer producto eficaz para la curación de la tuberculosis: la tuberculina.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) organiza una tertulia virtual especial para conmemorar el Día Mundial de la Tuberculosis el 24 de marzo. El evento se centrará en la tuberculosis con el lema 'Invirtamos para poner fin a la tuberculosis. Salvemos vidas' a fin de transmitir la urgencia de invertir recursos para intensificar la lucha contra la tuberculosis y cumplir los compromisos de los dirigentes mundiales de poner fin a la enfermedad. Ello es especialmente crucial en el contexto de la pandemia de COVID-19, que ha frenado los avances hacia ese objetivo, y para garantizar un acceso equitativo a prevención y atención, en consonancia con el empuje de la OMS para lograr la cobertura sanitaria universal.
Cada día mueren más de 4100 personas de tuberculosis y casi 30 000 personas contraen la enfermedad, pese a que puede prevenirse y tratarse. La tuberculosis es la principal causa de muerte entre las personas con VIH y contribuye considerablemente a la resistencia a los antimicrobianos. El Día Mundial de la Tuberculosis ofrece la oportunidad de centrarse en las personas afectadas por esta enfermedad y de hacer un llamamiento a la adopción de medidas aceleradas para poner fin al sufrimiento y las muertes por tuberculosis, especialmente cuando aún arrecia la crisis de la COVID-19.