Un loro creado a partir de un secador de pelo roto, ratones de ordenador, sacapuntas eléctrico o teclados. Un camello que nace gracias a piezas de impresora; un búho con componentes de radio y bombillas; un calamar elaborado con cables, auriculares y una maquinilla de afeitar; un pelícano limpiaparabrisas…
Los robots esculturas de Anna tienen movimiento y se venden con gran aceptación en distintas tiendas y galerías de EE.UU. En 2006, la Fundación de Elizabeth Greenshields le otorgó una subvención por su trabajo continuado en las bellas artes. Ann ha trabajado con el Centro de Ciencias de Montreal, así como con el Museo de Niños de Providence.