Bien porque el tiempo no ha acompañado, la mar no ha estado en las condiciones necesarias para ello o quizás circunstancias personales han motivado que aún éste año no hubiese buceado, hasta que éste último parecía el Domingo perfecto para hacerlo.
El Sábado pasado, la mar estaba en calma, de levante, como decimos los malagueños, parecía un plato; viendo el color, un celeste claro casi grisáceo me hacía presagiar que la temperatura del agua era alta, estaría “calentita”…..así que al día siguiente, caería aún más el levante, se calentaría más la mar y a bucear por fin.
Las mejoras horas para ver vida submarina es bien temprano o ya a la caída de la tarde, cuando el pescado llega hasta la misma orilla para comer, cuando aún los barcos con sus motores, las motos acuáticas y todo hay que decirlo, los humanos con el baño y chapoteo no invadimos su hábitat; porque no hay que olvidar que el mar, la mar, es de los seres que la habitan. No hay que dejar de reconocer que en los últimos cincuenta años, la hemos invadido para nuestro disfrute “vacacional”.Con casi 20 kilos de equipo a cuestas, casi más de media hora de carretera hasta llegar a la zona idónea, donde haya roqueos, zonas con fondos marinos con algas y praderas de poseidóneas, que van quedando en nuestra costa malagueña cada vez menos (por desgracia y debido a la mano del hombre); solemos llegar a la orilla muy a primera hora de la mañana, cuando aún el implacable sol malagueño, aún no calienta lo suficiente.La playa suele estar vacía, sólo algunas gaviotas revoloteando y el sereno vaivén de las olas rompiendo en el rebalaje, una suave brisa de levante mueve el mar, dando una musicalidad especial, la espuma acaricia las rocas que sobresalen a escasos metros de donde me encuentro. Momentos idílicos, dignos de disfrutar. La mar movida me da mal augurio, observo que la orilla está llena de algas marrones por lo que intuyo que hay mar de fondo que lo enturbia; me cuesta ponerme el traje de neopreno, los 5 milimetros parecen que han “engordado” ¿habrá encogido o yo me he ensanchado?. El pantalón sube, pero la cremallera del peto me cuesta cerrarla, me parece que me comprime demasiado, casi no puedo respirar, cuando intento meter los brazos me aprietan demasiado ¿los podré mover o me quedaré rígida dentro del jacket? Consigo moverme y me coloco la capucha cerrando la cremallera.Voy completando el equipo, cuchillo en la pierna, cinturón de plomo, los guantes que me cuesta encajar, las aletas…y todo ello sentada en la orilla, llegándome las “palmaditas” de las olas, una tras otra, con una carencia para mi gusto demasiado rápida…..me coloco las gafas y vienen mis problemas, a pesar del liquido anti-vaho, de escupir en ellas, de haberlas mantenido para que no hubiese cambio brusco de temperatura: se empañan, se me mueven, me entra agua, la rigidez del traje que tira de la capucha quizás hace que se me muevan….todo ello a más de cincuenta metros de la orilla, pruebo una y otra vez, no consigo estabilizarla.A la falta de visibilidad, más por las gafas que por lo turbio del agua debido a las corrientes marinas, a las algas en suspensión y a la cantidad de medusas, aunque no me dan miedo sino al contrario es todo un espectáculo verlas en su medio natural y no en la orilla muertas, comienzo a agobiarme……solución: salir del mar. Me queda el consuelo de que lo he intentado y el más importante para mi: mi marido sigue disfrutando del buceo, a pesar de todo él sigue allí, subiendo y bajando, recorriendo y viendo las maravillas de nuestras costas, reconociendo la fauna y flora, intentando en la lejanía y en la profundidad marina hacer su deporte favorito: la pesca submarina. Eso sí, con sus permisos legales correspondiente y siendo muy, pero que muy selectivo, ante todo somos muy, pero que muy ecologistas.Y aunque para hacer ésta receta he tenido que ir a comprar sus ingredientes al precioso mercado Central, el malagueño Mercado de Atarazanas, quería contar y compartir mi última experiencia de buceo con una receta de pescados. En ésta ocasión una riquísima y fresca pescada de nuestro amigo y pescadero de confianza.La pescada o merluza dicen que es el pescado español por excelencia, es uno de los que más se consume en Málaga, donde es típica freírla enroscada (la cola mordida por la boca) cuando son pequeñas. Dicen los entendidos que la pescada más sabrosas son las de las aguas de Cádiz, hasta la costa malagueña, al igual que la del Mediterráneo, pero no hay que dejar atrás la merluza del Cantábrico. ¿Cómo lo hice?Pedir al pescadero que limpie la pescada y la corte en trozos (la cabeza y la cola es ideal para hacer un EMBLANCO), caldo del que guardaremos un vaso para éste guiso.Echar las almejas en agua con un poco de sal a fin de que suelten la posible arena que puedan traer en su interior.Pelar los langostinos y reservar la carne por un lado y la cabeza y la piel por otro.En una cacerolita con un poco de caldo de pescado (podemos usar caldo de un emblanco) cocer las cabezas y la piel de los langostinos, espumerear, colar y reservar el caldo resultante.Salar y enharinar los trozos de pescada y freírlos en abundante aceite de oliva, sacar y escurrir en papel de cocina. Reservarlos.Cortar dos o tres dientes de ajo en láminas y reservar.Picar un manojito de perejil en trozos pequeños y reservar igualmente.En una sartén echar un chorreón de aceite de oliva virgen extra, de forma que cubra el fondo, colocar los ajos y la carne de los langostinos, dejándolos pochar a fuego medio.Una vez pochados los ajos, añadir las almejas y los guisantes, medio vaso de caldo de pescado, medio vaso de vino blanco Albariño (de Cádiz) y llevar a ebullición durante unos minutos. Probar de sal y rectificar si fuese necesario.Agregar las rodajas de pescada frita y dejar unos minutos con cuidado de que no se deshagan, dejando reducir la salsa hasta la consistencia deseada.Espolvorear con el perejil. Dispuesta para el buceo