El valor de la crítica constructiva se fundamenta en el propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a todas y cada una de las personas involucradas en circunstancias o ambientes determinados, con actitud de respeto y sentido de colaboración.
Yo tengo un maravilloso y único crítico constructivo en “Mi cocina”: mi marido. Él, es el primero que suele leer las entradas al blog, aunque una parte de las recetas por sus gustos personales no las prueba, sí que las ve, las huele y sobre todo observa como las disfrutamos los demás comensales.Suele ser lo más imparcial posible con el resultado total de cada entrada, procura con total diplomacia indicarme los “fallos” literarios, como repetición de palabras, frases e incluso recordarme que me he vuelto quizás un tanto pesada con mis “historietas”; me suele llamar “la abuela cebolleta” en clara alusión al famoso “abuelo” de Zipi y Zape, entrañables personajes creados por Ibañez de los populares TBO de nuestra niñez.
Insiste en que no debería “plasmar” mis vivencias personales con tanta vehemencia, sobre todo “mis viajes por todo lo largo y ancho de éste mundo”, tomando tan famosa frase del Tio Aquiles, uno de los Chiripitifláuticos televisivos de finales de los años 60.
Pero sobre todo me hace especial hincapié en que mis platos, con la foto final del emplatado, puede parecer el ingrediente “cualquier producto”; me indica que cualquiera puede pensar ha puesto pollo y es pescado e insiste haciéndome ésta observación ¿Cómo saben si es pollo o pescado?......Francamente también lo he llegado a pensar, pero a fuerza de ser sincera, nunca tuve una buena cámara fotográfica, al principio las hacía con el teléfono móvil, a los pocos meses con una cámara sencillita y muy básica con la que continúo, independientemente la falta material de tiempo para sacar fotos del paso a paso; aunque hay una gran razón que prima en “Mi cocina” real y virtual: la verdad, la sinceridad y la honradez.
Y a fuerza de ser honrada, una vez más tengo que indicar el origen de ésta receta en mis fogones: se la debo ante todo a un restaurante barcelonés que mi marido y yo recordamos con un muy especial cariño, Can Jordi en Passatge Marimón (Diagonal-Muntaner) donde lo preparaban con cava y uvas del terreno, pero es en el restaurante El Cobertizo (aqui lo conocerán) en Echevarria de El Palo, ése barrio marinero en que nací, donde nuestros amigos Juan y Aurora ofrecen la versión más malagueña: con vino moscatel y uvas pasas de la Axarquia. Toda una exquisitez, que preparan con pez gallo.
En ésta ocasión, siguiendo su receta, yo lo he preparado con lomos de rosada (fresca, no congelada) y uvas moscatel.
¿Cómo hacerlo?
Si usan uvas pasas, dejarlas una hora o dos sumergidas en el vino previamente.Si no quieren encontrarse las posibles “molestas” semillas pueden usar pasas sin semilla, que pueden encontrar en cualquier supermercado.En una sartén o cacerola plana poner un vaso de vino moscatel (vino dulce malagueño) y las uvas, llevar a ebullición durante unos minutos.Añadir un bote de nata (uso una nata ligera, concretamente “President” especial para cocinar) y remover de forma que quede bien ligada con el vino.Agregar los filetes de pescado y dejar cocer durante cinco minutos, salándo al gusto.
Adornar con piñones tostados en una sartén con un chorreoncito de aceite de oliva virgen (uso actualmente de Riogordo, de Málaga....)
Fácil, rápido de preparar y realmente riquísimo…..acompañar con “papas” a lo pobre (les dejo dos enlaces de la receta a continuación).
PAPAS A LO POBRE AL ESTILO DE MI MADRE
PATATAS A LO POBRE ESTILO CASA ROBERTO