La cosa decayó algo con el Can Credo 2009, el vino monovarietal de xarel.lo emblema de Recaredo. Salió acompañado por "Blue Monk" de Telonious Monk. Es la xarel.lo desnuda, profunda, calcárea, también húmeda, que tiene capacidad para absorver paisaje y para transmitir entorno. He probado botellas más vivas que esa: salió un vino más de reposo, de meditación casi, trabajo austero y denso, profundo, que resultó mejor en boca que en nariz. Pareció, casi, que el vino hubiera escuchado el "Blue Monk" antes y hubiera decidido salir de la botella con un ropaje que era poco usual para mí. La traca, los pañuelos, los aplausos y la admiración no exenta de sorpresa, llegaron con El Xarel.lo de Can Credo 2003. Yo no había probado jamás este vino, monovarietal de xarel.lo también, guardado en bodega ocho años...El comité de cata de la DO no lo dejó pasar en su momento: no entendían de qué iba, no les encajaba con lo que tenían previsto que tenía que ser un xarel.lo monovarietal en 2003. Y ahí se quedó. Lo que demostraron, en ese momento y en lo años que han seguido, Ton Mata y Joan Rubió, es que la xarel.lo es una variedad de muchos matices, de la que queda mucho más por descubrir y hacer de lo que la mayoría pensamos. Lo hicieron a modo de experimento casi, pero este Xarel.lo de Can Credo partía (aunque ellos no lo supieran) de los principios de un "vino bucciato" italiano: largas maceraciones del mosto con los hollejos como base para un vino de larga guarda y de profundos aromas y matices. Subyace también (aunque no todos los "bucciati" busquen eso) un franco enamoramiento (que nadie hable de defectos aquí, por favor...) entre el vino y el aire. Es un vino con mucho acero y muy poca madera. Todas las virtudes le vienen de ahí y de los hollejos. Es un vino profundo con espíritu volcánico. Huye del presente y hunde sus raíces en un pasado muy mediterráneo. Su profundidad corta el ambiente y la garganta como la mejor "navaja sanluqueña". Sus caudalías ni se sabe cuando acaban (al día siguiente, mi cerebro y mi paladar seguían con él). Almendras ligeramente saladas. Nueces. Metálico. Atisbos de oxidación. El aroma de la retama en flor. Un vino que es ya un clásico del que apenas quedan 16 botellas en bodega... Oid esa entrada monóloga del saxo y sabréis de qué sensaciones hablo. Siempre que se consigue ensamblar vino y música, la experiencia merece mucho la pena. La que propusieron Can Credo y sus amigos saxofonistas con este último vino, rozó lo esférico. ¡Y lo mejor es que van a hacer de nuevo este vino!
La cosa decayó algo con el Can Credo 2009, el vino monovarietal de xarel.lo emblema de Recaredo. Salió acompañado por "Blue Monk" de Telonious Monk. Es la xarel.lo desnuda, profunda, calcárea, también húmeda, que tiene capacidad para absorver paisaje y para transmitir entorno. He probado botellas más vivas que esa: salió un vino más de reposo, de meditación casi, trabajo austero y denso, profundo, que resultó mejor en boca que en nariz. Pareció, casi, que el vino hubiera escuchado el "Blue Monk" antes y hubiera decidido salir de la botella con un ropaje que era poco usual para mí. La traca, los pañuelos, los aplausos y la admiración no exenta de sorpresa, llegaron con El Xarel.lo de Can Credo 2003. Yo no había probado jamás este vino, monovarietal de xarel.lo también, guardado en bodega ocho años...El comité de cata de la DO no lo dejó pasar en su momento: no entendían de qué iba, no les encajaba con lo que tenían previsto que tenía que ser un xarel.lo monovarietal en 2003. Y ahí se quedó. Lo que demostraron, en ese momento y en lo años que han seguido, Ton Mata y Joan Rubió, es que la xarel.lo es una variedad de muchos matices, de la que queda mucho más por descubrir y hacer de lo que la mayoría pensamos. Lo hicieron a modo de experimento casi, pero este Xarel.lo de Can Credo partía (aunque ellos no lo supieran) de los principios de un "vino bucciato" italiano: largas maceraciones del mosto con los hollejos como base para un vino de larga guarda y de profundos aromas y matices. Subyace también (aunque no todos los "bucciati" busquen eso) un franco enamoramiento (que nadie hable de defectos aquí, por favor...) entre el vino y el aire. Es un vino con mucho acero y muy poca madera. Todas las virtudes le vienen de ahí y de los hollejos. Es un vino profundo con espíritu volcánico. Huye del presente y hunde sus raíces en un pasado muy mediterráneo. Su profundidad corta el ambiente y la garganta como la mejor "navaja sanluqueña". Sus caudalías ni se sabe cuando acaban (al día siguiente, mi cerebro y mi paladar seguían con él). Almendras ligeramente saladas. Nueces. Metálico. Atisbos de oxidación. El aroma de la retama en flor. Un vino que es ya un clásico del que apenas quedan 16 botellas en bodega... Oid esa entrada monóloga del saxo y sabréis de qué sensaciones hablo. Siempre que se consigue ensamblar vino y música, la experiencia merece mucho la pena. La que propusieron Can Credo y sus amigos saxofonistas con este último vino, rozó lo esférico. ¡Y lo mejor es que van a hacer de nuevo este vino!