Pero esto no es todo, porque al otro lado del compromiso, vislumbramos a un grupo de música con mayúsculas que, en esta nueva aventura fuera de Warner, nos han dejado claro que lo suyo va en serio, muy en serio. Bajo el soporte de los sonidos que ya estaban presentes en su anterior disco, se han dado un homenaje al sintetizar en estas cinco canciones, cinco formas diferentes de explorar una misma aventura, la de la buena música. Este viaje se inicia con Recursos, un tema que está en la línea más clásica del grupo y que sirve de magnífica carta de presentación al EP: “buscar y ver que no hay más/ recursos nuevos que agotar, se esfumaron/ a la misma velocidad/ que creció nuestra capacidad de enfrentarnos… Disfrutar lo trágico y lo irónico/ y aguantar”. Recursos es una estupenda propuesta de esos medios tiempos que tan bien manejan Ruidoblanco, donde las voces de Salva y Cris juegan a hipnotizarnos junto a la rabia contenida de una melodía que se enrabieta por momentos y que llena todos los espacios posibles de nuestras capacidades auditivas. Una canción redonda que da paso a otra no menos completa, porque Frágiles es la gran tapada de este EP y que ya pudimos disfrutar en el cierre de gira de la Sala Galileo el pasado mes de diciembre, donde las teclas del piano de Salva te taladran el alma para hacerte rebotar desde el suelo al cielo en un mismo golpe. Un poco más oscura que Recursos, Frágiles es una experiencia más meditada, pero no por ello menos apabullante, de los mejores momentos de Ruidoblanco: “Míranos, quién iba a decírnoslo. Tanta fe… ¿para qué?, si hay lo que ves”. No cabe una mayor verdad y un canto más sincero a la desesperanza teñida de gris en la que nos desenvolvemos; poesía en estado puro que hace ganar muchos enteros al grupo.
Depredación es una alternativa sonora, donde los teclados de Cris nos embarcan hacia lugares que ya teníamos casi olvidados. Perfecto juego de similitudes sonoras que van desde un shoegaze desgarrado hasta una psicodelia más propia de un rock setentero muy de banda sonora y sinfónica al estilo de The Doors, pues esa es otra de las características de las canciones de este El hombre que habita el mundo, su larga duración, lo que las sitúa en algo más que un mero juego de intenciones. Barbacoa sonora de alto voltaje que se calma con Semanas, la balada del disco donde Salva y Cris nos retan al juego de las derrotas no declaradas: “Suponiendo que aún me quede algo de gracia suficiente/ para reírme de todos mis fracasos y conseguir avanzar… Supongamos que al final la vida entera se convierte en algo más/ que el transcurso de los días con esa monotonía insustancial/ De pronto el panorama ya no parece aquel drama sin final.” Una actitud de pérdida que se solapa con Desaparecer, el tema elegido como primer single del disco y que ya cuenta con su propio videoclip, lo que les sirve a Ruidoblanco como soporte visual de su nueva aventura musical. Este tema cierra el EP y es, a su vez, el fiel reflejo de todo aquello que Salva, Cris, Dani, Chano y Cristian, nos han transmitido en el resto de las canciones, donde una vez más, el medio tiempo sale triunfante entre ritmos que se aceleran y se paran para que las manos de Salva al piano acunen nuestros sueños, porque quizá no haya nada más estimulante para ponernos a soñar que la música de este grupo que, en estas cinco canciones, retratan las debilidades del ser humano.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.