Barcelona es una ciudad a la que regresaría siempre. Hay infinidad de motivos para volver, pero me quedo con cuatro: la arquitectura de la ciudad, las tiendas, la gastronomía y, sobre todo, que allí vive una de mis mejores amigas. Hace poco estuve un largo fin de semana y regresé aún más enamorada de Barna. Debo reconocer que María, de Tránsito Inicial, tuvo mucho que ver con sus recomendaciones. Mil gracias, María. Me llevé decenas de tiendas y cafeterías apuntadas y hoy les mostraré mis preferidas. En cuanto a tiendas, destaco dos. Además, una pegadita la otra. No las conocía en persona y me encantaron. Además, en el caso de La Varieté, no solo por sus productos, que ya adoraba de manera virtual, sino también por su encantadora dueña con la que pude charlar un ratito. Una tienda preciosa que esconde una hermosa filosofía: "Nosotros no inventamos nada nuevo y nos concentramos en la forma de simplificar las cosas que ya existen, unificando pequeños conceptos estéticos, vengan de donde vengan", dicen sus creadores, y la fórmula funciona.
Y pegadita a La Varieté, otro gran descubrimiento: Carolina Blue. La típica tienda de la que me lo llevaría todo. Especialmente las latas para galletas y azúcar, la cerámica blanca y azul y las pesas estilo vintage.
Y para finalizar dos grandes momentos de placer. El brunch del sábado a mediodía en Brunch&Cake en la hermosa calle Enric Granados. Me encantó el ambiente, la comida, el sitio en sí, la compañía.... todo.
Y en Hofmann el mejor croassant que he probado en mi vida. Si van, les recomiendo el de mascarpone. Ummm! El lugar ideal para reponer fuerzas tras una intensa tarde de tiendas por el Borne.
Mil gracias a Raquel y a Josep por hacernos disfrutar tanto del viaje, a Frida por sus efusivas muestras de amor y una vez más, a María por sus recomendaciones.