Aunque parezca mentira las hay y, pensando un poco, puede que todos conozcamos alguna…
Una simulación es un fraude consciente y razonado que consiste en imitar o exagerar trastornos mórbidos (patológicos) objetivos o subjetivos con una finalidad interesada.
Para que hablemos de simulación debe cumplir estos requisitos:
• No debe existir ninguna enfermedad franca o un trastorno de la personalidad que justifiquen los síntomas que presenta.
• La persona debe saber de una manera consciente lo que está haciendo y por lo tanto es y será responsable de sus actos.
• Intentará llevar su propósito hasta haber conseguido el resultado preconcebido.
• Ha de tener una finalidad útil.
Si buscamos cuales pueden ser las motivaciones que lleven a una persona a una simulación nos podemos encontrar entre otras estas causas:
• Obtener una indemnización.
• Mejorar la calificación de una discapacidad o una incapacidad laboral.
• Conseguir la calificación de accidente laboral de sus lesiones o bien demostrar que se han sufrido en un acto de servicio.
• Justificar faltas al trabajo.
• Eludir trabajos determinados.
• Conseguir un cambio de puesto de trabajo.
• Conseguir una prestación social.
La simulación puede ser clasificada en: defensiva, ofensiva, exonerativa, lucrativa, aduladora, ambiciosa, afectiva…
Las patologías que más se simulan son las traumatológicas, neurológicas, oftalmológicas y las psiquiátricas.
Hay varios tipos de simuladores:
• Simulador delincuente: actúa con astucia y mala fe y tiene conciencia del fin que se propone y de los medios a utilizar. Es el más frecuente.
• Simulador ocasional: Actúa de mala fe, pero sin convicción, “por si cuela”.
• Simulador psicópata: Actúa de forma reiterada, con una conciencia no muy clara y sin una finalidad bien establecida. Lo hace de manera compulsiva.
También hay diferentes tipos o formas de simulación:
• Simulación pura: Alegar una alteración orgánica o funcional inexistente, pero que puede ser cierta.
• Exageración o sobre simulación: La enfermedad o lesión existen, pero se exageran los síntomas.
• Perseveración: Persevera en el tiempo la existencia de una enfermedad que ya no existe (porque se ha curado).
• Revocación: Después de haber curado de su enfermedad, vuelve a ella tras un periodo asintomático.
• Pretextación o simulación de causa: Se quiere atribuir a una antigua lesión o enfermedad la causa que ahora le interesa, sin que tengan nada que ver la una con la otra.
• Provocación: El individuo se autolesiona con una finalidad premeditada (eludir algo, huir de su culpa…).
• Imitación: Se lesiona para imitar síntomas o signos, como fiebre, conjuntivitis, abcesos…
• Agravación: La lesión existe, pero se la agrava contaminándola, no realizando reposo, etc.
• Omisión: No cumple las indicaciones médicas para no mejorar de la patología que presenta.
También podemos encontrarnos justo con lo contrario: la disimulación o simulación negativa: Ocultar conscientemente enfermedades o defectos físicos para conseguir un fin concreto.
El diagnóstico de una simulación puede ser complejo y lo realiza el facultativo que atiende al teórico paciente.
Puede sospecharse por muchos motivos, por ejemplo: que haya una discrepancia entre los datos objetivos y los subjetivos, por falta de colaboración de la persona en las exploraciones que se le realizan, porque exista una historia previa de simulación, por resistirse a aceptar un diagnóstico favorable (con el que no conseguiría lo que se propone), saber que lo que pretende es conseguir una indemnización o pensión…
Ahora que ya conoces un poco más de la simulación, puede que recuerdes a alguien que la “padezca”…