Salir del exotismo es una cuestión de tiempo

Por Marcelo Caballero

Dos de mis ciudades favoritas: La Habana y Marrakech son imanes para los apasionados de la fotografía: por la calidad de la luz, por la intensidad del color, por la textura de las cosas.  Y, a su vez, son dos ciudades que esconden una gran trampa para un buen fotógrafo: se corre el riesgo de quedarse en el exotismo, en la superficialidad de las cosas. Y allí está el verdadero desafío a sortear.Ambas ciudades te seducen a primera vista y allí se produce el engaño visual: la entrada al exotismo.Varios grandes fotógrafos que han trabajado en estas urbes como Harry Gruyaert,  Alex Webb, David Alan Harvey coinciden que salir del exotismo es volver muchas veces a esos lugares; y fundamentalmente,  por  una cuestión de tiempo.


La Habana © David Alan Harvey

Tiempo para “dejar que se enfríen en la nevera”; así salen a flote las buenas fotografías que sobreviven por sus composiciones fuertes, por su frescura y por el gran acierto del fotógrafo atento que sabe esperar para seleccionar sus imágenes y mostrarlas.

La Habana 2014 © Alex Webb

Y a pesar, que el exotismo está latente, ya no es una trampa. Dejar pasar el tiempo es la mejor manera de desentrañar la madeja de ese problema visual inicial.

Marrakech  1977 © Harry Gruyaert

Además, hay que entender otra cosa:  estos grandes fotógrafos coinciden en que sus imágenes siempre serán la visión de un extranjero. 

La Habana © David Alan Harvey

Y ellos, como tantos otros, intentarán poner énfasis en la mirada de autor, subjetiva, que no es precisamente desde adentro,  ni mucho menos.

La Habana © Alex Webb


Los que saben dicen que "no hay nadie que haga mejor las fotos de su ciudad que un fotógrafo local"  y eso ya es otro capítulo a desentrañar.


Marrakech 1975 © Harry Gruyaert

Hasta pronto!


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