Como cada día abro mis ojos casi al amanecer y mi primer pensamiento es para los míos, para aquellos que quiero. Así comienza mi rutina. Una rutina diaria que empieza abriendo ventanas, dándoles de comer a mis peces mientras que la cocina se impregna de un sabroso olor a café; preparo la mesa que se llena de color, de sabores y aromas; los anaranjados zumos, el verdor intenso de los aceites malagueños juegan con los verdes de mis manteles y servilletas, los marrones de las tostadas y el azúcar moreno se iluminan con los rayos de sol que entran por la ventana.
Escucho el trinar de los pájaros y miro que los gorriones se asoman a mi patio desde el pequeño tejado que resguarda el poyete de “mi cocina” de verano, bajan en busca de alguna migaja de pan.Miro a mi alrededor, sobre la encimera todos los cachivaches que voy acumulando jarrones llenos unos de manzanas verdes, otro de tapones de corcho; estanterías donde voy acumulando “mis pequeños tesoros” botellas de aceite de oliva virgen extra que voy coleccionando, disfrutando con sus aromas y sabores.
Frutero y morteros que me hacen llegar sentimientos de nostalgia y recuerdos de la cocina de mi madre. Colgados en la pared mis cuadros, verdaderas obras de arte que pinta mi suegro; sobre la cocina las repisas de madera, estanterías llenas a rebosar de tarritos con especias, otras llenos de libros de recetas de cocina.
Mi dulce madre siempre está con su especial sonrisa, mirándome con ternura desde la eternidad; escucho el paso de la aguja por la ropa, el sobrehilado que hora tras hora hace mi abuela Carmen Rosa con su costura, creo escuchar a mi madrina contando sus graciosos chistes mientras mi tía Mercedes prepara su delicioso y contundente merengue. Mi padre que silba llamándome desde la calle como hacía cuando yo era pequeña.
No, no estoy sola los escucho, los siento, no me muevo mientras miro al cielo por la ventana de mi cocina. De repente la voz de mi marido me llega cercana y sin poder evitarlo me inundo de alegría, no, no estoy sola, él está ahí conmigo, mi hija aún duerme en su dormitorio, suena mi móvil y es mi hijo. No estoy sola, están todos los que quiero siempre a mi alrededor y pienso en que la vida es éste presente, el de ahora, el del día a día, el que me hace soñar, lleno de cariño, de sorpresas, de calor…..Hoy he decidido que sea un día de fiesta, como debe ser cada día ¿por qué no? Si cada día es especial, debemos celebrar la vida. Aunque como decía Salvador Dalí: Creo que la vida debe ser una fiesta continua. Y así intento y procuro que sean mis platos, alegres, coloridos, sencillos y a la vez festivo, como el de hoy, les propongo preparen éste salmón con langostinos y que sean felices.
¿Como lo hice?
Un filete de salmón (pedir al pescadero que corte el filete de salmón, quitándole la piel),
un tomate, media cebolla blanca (tipo cebolleta), 8 mejillones cocidos y medio vaso de su caldo (EN ESTE ENLACE aquí pueden ver como prepararlos), 6 langostinos, una guindilla roja (pimiento chile pequeño), un vaso de caldo de pescado (suelo hacerlo con espinas de rosada e incluso con la piel del salmón) , un vaso de nata especial para cocinar, sal y aceite de oliva virgen extra.Para acompañar: Arroz cocido (arroz blanco) y eneldo fresco.Los pasos a seguir:Repasar con cuidado el filete de salmón comprobando que no tenga espinas; si así fuese sacarlas con unas pinzas.Pelar los langostinos, reservando por un lado la carne y por otro la piel y las cabezas.Quitar la piel del tomate y de la cebolla, picando ambos en trozos pequeños.En una cacerolita echar un buen chorreón de aceite, una vez caliente, añadir los trozos de cebolla y tomate, pochándolo a fuego lento, con cuidado de que no se llegue a quemar.Mientras, en otra cacerola poner un chorreoncito pequeño de aceite y freir las cabezas y la piel de los langostinos, de forma que queden doraditos.Echar el vaso de caldo de pescado, el caldo de los mejillones y llevar a ebullición dejándolo cocer varios minutos. Retirar del fuego y reservar.Una vez pochada la verdura, añadir el caldo resultante de haber cocido la piel y cabeza de los langostinos y dejar cocer a fuego medio unos cinco minutos.
Remover y triturar con la batidora de forma que quede lo más fina posible la salsa (si es preciso pasar por un colador para quitar los posibles grumos o pepitas de tomate que pudiera tener). Reservar caliente.
Poner una sartén al fuego con un chorreoncito de aceite y el pimiento chile.
Dándoles la vuelta de vez en cuando a los langostinos y una vuelta con sumo cuidado al salmón a fin de que no se rompa el filete.
De forma que quede doradito.
Una vez hecho por ambos lados añadir la salsa y dejar reducir uno o dos minutos. Hasta conseguir la consistencia deseada.
Apartar del fuego y colocar encima los mejillones.A la hora de emplatar, servir el arroz dándole forma con un molde, el salmón, los langostinos y los mejillones con su salsa, echando el eneldo por encima