Cambiando bastante de tercio en cuanto a tema, menos de materiales y recursos, he dibujado cuatro samurais para mi amigo Jean-Marc Anton de Córcega. Un buen amigo, ya de muchos años con el que comparto muchas aficiones y apartados de la biografía. Año de nacimiento, profesión, afición a las plumillas y a la guitarra, a Chet Atkins y a paellas, tortillas españolas y cervezas frescas a la orilla del mar. Yo, normalmente en la costa levantina, él en Ajaccio, cuna de Napoleón, el del cognac y las batallas. Es curioso que nuestra amistad viene de una caja de plumillas cervantinas que le vendí en ebay hace unos diez años, una de las primeras ventas, si no la primera que hice. Si tenemos en común, como ya digo y entre otras cosas, las plumillas, he de decir que su colección es algo inaudito, la mejor que conozco, asombrosa, llena de miles de joyas únicas, envidia de todos los coleccinistas del mundo. Las mejores que tengo han sido regalo suyo. Dos plumas dentelle, series especiales, de esas caladas con una filigrana que convierte en obras de arte. Otras más, todas antiguas, escasas y hermosisimas, siempre raras, entre las que recuerdo una con una cruz gamada que el partido nacionalsocialista alemán encargó en Birmingham antes de degenerar en lo que luego llegó a ser. Hay otras aficiones y dedicaciones que compartimos, como el hecho de ser entrenador de judo, con muchos campeones entre sus alumnos, como él lo es. No hace falta que me revuelque en el fango comparando nuestras fuerzas, agilidades y destrezas al respecto, que yo me conformo con tenerme de pie. Otra diferencia es que él se desplaza por la isla en un Fiat 500 rojo, coche que obviamente no es de mi talla. Tiene muy buen humor, con lo que llegamos a las semejanzas ciertas y además y sobre todo, es una gran persona, una buena persona. Quisiera parecerme a él en ello, tal vez lo más importante de lo dicho. Estudioso de las tradiciones e historia del judo, algo que tiene que impartir a los deportistas que entrena, me pidió que le dibujara un samurai. Eché mano de internet, sobre todo de imágenes antiguas de la Enciclopedia Británica y le dibujé unos cuantos, menos de los que merece desde luego. Desde aquí un fuerte abrazo y mis mejores deseos para mi buen amigo Jean-Marc.