Cuando llegó mi turno entré en la sala, eran cuatro sanadores, guiados por mi Maestro Lakhmi Chand Singh. Me preguntaron que necesitaba y les conté que quería sanar las heridas ocasionadas por las relaciones sentimentales y liberar de mí los posos negativos que esas relaciones dejan como celos, ansiedades e inseguridades. Te tumbas en medio del círculo de sanación y te tapas con una manta, cierras los ojos y te dejas llevar. Los sanadores no te tocan. Me gustaría explicaros como lo hacen pero lo desconozco…
Al poco de empezar, sentí como si alguien tirara muy fuerte de mi cabeza y luego como todos los músculos de mi cara tiraban hacia arriba, sentado en mi cabeza tenía a mi Maestro y era como si él estuviera llevándose todo lo negativo que había en mi cuerpo. Después me relajé. Pasados unos minutos empecé a notar mi cuerpo temblar, pero realmente no me movía. Después me volví a relajar.
Una vez finalizada la sesión cada uno de los sanadores te comentan lo que han visto y sentido, todos coincidieron en que para querer a los demás primero tenía que quererme a mí misma. Tengo un desequilibrio del segundo y del cuarto chakra. El segundo (Svadhisthana)es el chakra de los genitales y si está en un estado de equilibrio se consigue que las emociones fluyan libremente y tener unas relaciones adecuadas con los demás. El cuarto chakra (Anahata) se denomina también chakra del corazón. Cuando se te abre el chakra del corazón, sabes cuáles son tus sentimientos y puedes dirigirlos. Nos hace saber quiénes somos y qué queremos en las relaciones. Cuando funciona bien, actúa como un sistema inmune, te advierte cuando algo es extraño y necesita ser examinado antes de aceptarlo, sabe cuando algo tiene afinidad contigo, con tu organismo, y puede entrar en tu cuerpo. Sabes cómo y cuándo y cuánto dejar entrar a alguien a tu vida, cómo armonizar todas tus relaciones. Que queremos y que no queremos. Si no está equilibrado, serás dependiente de los demás y estarás confundido respecto al sentido de ti mismo.
Las mujeres somos más luchadoras y pacientes por naturaleza, en general, cuando conocemos a alguien que nos encanta desde un primer momento, hacemos “oídos sordos” a esa vocecilla que a veces nos avisa de que algo no marcha bien. Durante mi relación con Peter Pan vi cosas hacia mí y hacia el resto que no me cuadraban, pero te dices “bueno, son los comienzos” y buscas mil excusas a su comportamiento y sin darte cuenta te olvidas de lo más importante (y no me cansaré de repetir) TU. Porque tú no quieres una persona que no se preocupe por ti, no quieres a una persona que no duda en mentir a sus amigos por no asumir sus irresponsabilidades…y eso, poco a poco desequilibra lo que quieres y lo que tienes.
También me dijeron que tenía que llorar mucho, que tenía demasiada ira y rabia dentro que debía dejarla salir, porque esos sentimientos seguían dañándome inconscientemente. Este apunte me dejó perpleja. Estaba orgullosa de como había superado esta vez el tema y que no había llorado nada, porque realmente ¿qué chico se merece nuestras lágrimas? Sí que es cierto que rabia e ira siento, y es algo que en vez de sacar, estaba intentando enterrar porque son sentimientos negativos que no quiero sentir, por eso creo, que el consejo de llorar, más que por la pérdida, es la manera de sacar lo que llevo dentro para poder limpiarme de esos posos dañinos que quedan dentro.
Por lo tanto, es una terapia que os aconsejo fervientemente!!
¿Alguna vez habéis hecho alguna sanación de este tipo? ¿Lo haríais?
-Padmani kaur-