Al hilo de lo que os contábamos en el último post sobre el aumento del lobby -presiones corporativas- en el Ministerio de Sanidad. Se han publicado algunas de las tretas que ha desarrollado la empresa Gilead para mantener en secreto el precio público de sus medicamentos (lo que pagamos todos).
Hay un fármaco que se llama Yescarta y que se utiliza contra diversos tipos de cáncer. Cada tratamiento tiene un coste máximo de 327.000 euros. Pero el Ministerio de Sanidad se niega a revelar cuál es la cantidad efectiva y las condiciones que ha negociado en secreto con el laboratorio Gilead.
No es la primera vez: lo mismo ha ocurrido previamente con otras terapias carísimas, como Kymriah (de la empresa Novartis), cuyo precio máximo es de 320.000 euros o Luxturna (de la misma compañía), cuyo tope asciende a 690.000 euros.
El último caso es Libmeldy, con un coste de 2,47 millones de euros, que Sanidad está negociando en secreto con Orchard Therapeutics, la farmacéutica que lo produce.
Como cuentan con acierto los periodistas de Civio, cada vez es mayor el número de medicamentos que se financian por lo público con precios, literalmente, astronómicos.
Esto es un problema grave para nuestra sanidad pública porque, aunque sean terapias necesarias, pueden comprometer la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud a medio o largo plazo.
Los citados periodistas de investigación ofrecen varios ejemplos de cómo las administraciones públicas se alían con los intereses privados. Lo de Gilead es muy burdo. Podéis leer el documento de alegaciones presentado por la farmacéutica para que no se haga público el precio de su fármaco hipercaro.
Y es que el mecanismo de los lobbies está bien engrasado. Sanidad está aliada con la industria farmacéutica para evitar que los precios reales de los medicamentos sean públicos.
El Gobierno ha llevado incluso a juicio una resolución del Consejo de Transparencia que le obligaba a dar la información sobre el precio real y las condiciones de financiación de una de las terapias más caras que financia el Sistema Nacional de Salud.
Por nuestra parte hemos seguido este tema de la especulación con los precios de los medicamentos.
Por ejemplo, con el post Pelotazo medicamentoso con las nuevas inmunoterapias para tratar el cáncer. O con Traficantes de cáncer: farmacéuticas que especulan con los fármacos para esa enfermedad.
Además de todo esto, el peso presupuestario recae sobre las comunidades autónomas y el secretismo llega a provocar que los ya altos precios sean además diferentes entre regiones e, incluso, entre hospitales, un descontrol del que nace la corrupción... institucionalizada.
En medio quedamos las personas, pagando, pagando, votando y muriendo pues las cifras de muertes por cáncer aumentan mientras pasa por delante de nosotros el fracaso de su tratamiento.