Se busca al Hombre Maceta

Por Emilienko

Cruzar diariamente el centro de la ciudad, de Norte a Sur y de Sur a Norte, hace que uno vaya conociendo a las diferentes personas que piden un donativo en la calle: el jamaicano que canta reggae a voz en grito, el amputado que enseña impúdicamente los muñones de sus piernas, la mujer estatua que cambia cada semana de plata a bronce y de bronce a plata, la chica joven con acondroplasia, el joven violinista delgado rubio con el pelo largo y recogido en coleta y el violinista de edad media moreno y no tan delgado.
Pero quien más me llama la atención de todos ellos es el Hombre Maceta. El Hombre Maceta es un chico joven, rubio, que todos los días se pinta la cara de verde y, vestido en un traje verde lleno de ramajes de plástico, se planta en un tiesto gigante en el que permanece inmóvil mañana, tarde y noche, con la vista fija al frente.
Durante mucho tiempo quise invitar a café al Hombre Maceta, pero como soy tímido, nunca tuve suficiente coraje para hacerlo. Alguien que lleva tantos años viendo a los habitantes de la ciudad pasar frente a sus narices y sin ni siquiera poder gesticular debe haber reflexionado obligatoriamente durante años sobre la realidad que ve a diario y a tener un punto de vista peculiar y digno de conocer.
Y, si por algún casual, resulta que el Hombre Maceta, durante todo este tiempo, nunca pensó en nada y fue capaz de dejar la mente en blanco durante horas y horas, en cierto modo, perderé un poco de esperanza en el ser humano.
Afortunadamente, está Joaquín, quien aceptó acompañarme en mi invitación a café al Hombre Maceta y así hacer que la situación fuera menos vergonzosa. Pero nuestro gozo cayó en el pozo desde que el Hombre Maceta ha desaparecido y no consigo localizarlo ni en Sierpes, ni en la Avenida, ni en Tetuán.
Así abrimos una campaña de búsqueda y captura del Hombre Maceta. Rogamos encarecidamente a quien lo localice de nuevo que nos deje una reseña de su localización. Nosotros, por nuestra parte, prometemos contar la entrevista.
Foto: Tetuán, sin el Hombre Maceta.