Se la dueña de tu vida (III). Las caras de la violencia de género

Por Psipositivo @Psi_Positivo

Yo era una persona sociable y dejé de ser así. Dejé de ser yo para convertirme en lo que él quería, porque realmente lo único que quería yo era no tener problemas con él. Dejé de tener contacto con Raúl, un buen amigo, porque él comenzó por no entender nuestra amistad. Decía que la amistad entre hombres y mujeres no existe, y que era una falta de respeto que yo tuviera esa relación tan cercana con él. Que ahora tenía pareja y debía respetarlo. Después dejé de tener relación con una de mis mejores amigas, porque “ella era una guarra y una fresca”. Claro, ella era una persona extrovertida. Y bueno, mi familia “estaba en contra de él”. Todo el mundo era malo para mí, excepto él, paradojicamente. Yo estaba enamorada. Creía que sus palabras siempre se dirigirían a mí con buena intención. ¿Quién va a pensar que aquella persona que te ha elegido para pasar la vida contigo, va a querer el mal para ti? Eso choca contra toda lógica. Así que yo decidí intentar acoplarme a su forma de pensar, para que nuestra relación siguiera adelante. Toda mi atención estaba puesto en ello. Tanto, que me olvidé de mí”.

La violencia psicológica es la parte más sutil de la violencia sexista, la parte que menos se conoce, junto con la violencia sexual, y este es un relato que abarca algunas de las características de la misma. Los medios de comunicación, sobre todo, nos han enseñado la parte más grave, el maltrato físico, pero no es el único. De eso precisamente vamos a hablar hoy: las caras de la violencia de género.

Para que una relación de pareja se establezca tiene que fijarse un vínculo emocional. Nadie comienza a apegarse a otro sin que haya un refuerzo positivo previo, sin que haya una “conexión” entre estas dos personas que sea positiva. Lo que quiero decir, es que nadie se engancharía a otro si desde el principio hubiera un bofetón de por medio, ¿verdad? Por tanto, vamos a partir de la base de que cuando una relación comienza, siempre (o casi siempre) es idílica.

Además, esto forma parte de lo que la literatura describe como la fase de “enamoramiento”. En esta fase el agresor es una persona dulce, cariñosa, amable y casi perfecta. Es un comercial de sí mismo, el cual va a intentar vender su mejor cara. Su buena cara. Con el tiempo y siguiendo la dinámica común a todas las parejas, comienzan las discrepancias. En los primeros conflictos, el agresor dejará ver poco a poco esa faceta que tiene escondida, y comienzan los primeros insultos, las primeras humillaciones, los primeros comentarios negativos acerca del entorno de la mujer, los chantajes emocionales, las prohibiciones, el control, etc. Comienza la violencia psicológica. Esto no implica que cualquier discusión que se nos vaya de tono, o que sea más fuerte de lo habitual se convierta en violencia de género. Somos humanos, y como tales podemos perder los nervios en un momento dado, perder el control de la situación. Pero si esto se convierte en habitual, o detectamos que es una estrategia para controlar las reacciones del otro, debemos de encender la señal de alarma.

Entonces, ¿qué es lo que me está indicando que estoy sufriendo maltrato psicológico?

  1.  Tu independencia se ha acabado: tu vida gira en torno a él. Al inicio de establecer una relación sentimental, es normal que se reduzca el tiempo que pasas con otras personas y que pases la mayor parte del tiempo con tu pareja, ya que en la fase de enamoramiento es normal estar pensando constantemente en ella y que sea lo que más nos apetece hacer. Eso es una cosa, y otra que a nosotras nos apetezca compartir nuestro tiempo con otras personas, y esto cree un conflicto en la pareja. Alarma roja, chicas.
  2. Los celos. ¡Ay, los celos! En este apartado podríamos redactar otro capítulo entero, pero intentaré resumirlo. Todos hemos sentido celos alguna vez, pero siempre hay un límite. Si no puedes saludar a un amigo del colegio porque acaba convirtiéndose en el pitote del año, algo falla.
  3. Todo el mundo tiene pegas. Evidentemente, no todo el mundo nos tiene que gustar. A lo mejor no te cae
    especialmente bien su amiga de la oficina, o la vecina del tercero. Pero, cuando tu amiga es una fresca, la otra una guarra, tu madre te pone en contra suya…. Pregúntate quién es bueno para ti.
  4. Te critica constantemente con la excusa de “ayudarte a no hacer el ridículo”, “porque es sincero”, “porque quiere ayudarte a mejorar”… y además, con esto intenta cambiarte. Tú eres tú, con tus virtudes y tus defectos.
  5. Resuelve los conflictos con hostilidad e intimidación. Y claro, acaba intimidándote.
  6. Invade el espacio y la privacidad de la mujer. Este es un aspecto importante, sobre todo por la invasión de las nuevas tecnologías en nuestro día a día. Ejercer un control sobre tus espacios privados, ya sea en las redes sociales, en las aplicaciones de teléfono móvil… Es como establecer un control en una conversación cara a cara. ¿Verdad que no sería muy lógico que nuestra pareja tuviera que estar presente en todas las conversaciones con otra persona sólo por el simple hecho de que “si no, es que estamos escondiendo algo”? Lo mismo pasa con las conversaciones por cualquier otra vía.
  7. Presiona y/ o amenaza para conseguir lo que quiere: “Si no me dices lo que has estado hablando con Juanito es porque me ocultas algo; si no me enseñas el Whastapp te dejo”; “si no estás cuando llegue a casa, verás”. Cualquier tipo de amenaza, por muy leve que sea, no es la estrategia más sana para resolver un conflicto, ¿no crees?
  8. La culpa siempre es de los demás o tuya.
  9. Tiene dobles estándares: él puede hacer cosas que ve mal que tú hagas.
  10. Controla lo que haces constantemente, aunque sea de manera sutil. Por ejemplo, con un mensaje de buenos días “obligado” cuando te levantas, mientras sales de fiesta con tus amistades, cuando llegas de trabajar, cuando vas a tomar un café con una amiga…
  11. Insulta y te desprecia: “es que no sabes hacer nada”, “no vales para nada”, “eres una inútil”, y por supuesto adjetivos descalificativos más graves.

Como he dicho al principio, detectar la violencia psicológica es una tarea dura, ya que el ser conscientes de esto choca frontalmente con nuestra idea inicial de que nuestra pareja es lo mejor que nos ha pasado, lo que más queremos. Además, explicaremos en el próximo capítulo por qué la violencia de género se mantiene pero te adelanto que no cambiará.

Tu mejor virtud es tu libertad de elegir. Sé dueña de tu vida.

Para más información puedes ponerte en contacto conmigo a través de sherreros@psiquepsicologos.es. Si estás ante un caso de violencia de género, no lo dudes: llama al 016.