¿Conoces este tipo de comentarios¿ Yo los llamaba “constatación de hechos” cuando alguien me criticaba por ello. Aunque, lamentablemente, demasiada poca gente me cortaba, la mayoría participaba con gran afán en este cotilleo criticón. Eso cambió con mi reto de los 21 días sin quejas.
El placer mezquino de criticar a los demás
La falsa constatación de hechos es uno de las quejas más extendidas y más camufladas. Es tan fácil criticar a los demás. Sirve para empezar una conversación, incluso más fácil que hablar sobre el clima. Indica proximidad, indica que somos un equipo que puede juzgar a los demás.
Además es una actividad de bajo riesgo. Es perfecto para cortar un silencio incómodo. Es una conversa en la que no expongo nada de mi misma, la persona comentada nunca se va enterar y de repente yo y mi interlocutor tenemos algo en común, aunque sea la opinión sobre la falda de una desconocida. Es una actividad que crea una falsa impresión de unidad y compañía.
Detectar la “constatación de hechos”
Curiosamente lo difícil de estos comentarios no es dejar de hacerlas, sino detectarlas. Está tan arraigado en nuestra cultura (la prensa amarilla gana su dinero con este tipo de artículos), que muchas veces no me di cuenta de lo que estaba haciendo. Hasta que decidí utilizar este filtro para mis palabras: ¿Si la otra persona fuera una amiga, se lo diría a la cara con estas mismas palabras?
Muchas veces la respuesta era no, así que empecé a callarme y buscar alternativas. Aprendí a buscar lo bonito para comentarlo. Aprendí a soportar el silencio si no tenía nada agradable que decir. Y sobre todo, aprendí a no asentir ni contestar si alguien más “constata un hecho”.
Reduciendo las amistades cotillas
En este momento me di cuenta que tenía algunas amistades que se basaban exclusivamente en el cotilleo. ¡Tomábamos un café para quejarnos! Lo llamábamos “actualizarnos sobre los demás”, pero en realidad eran conversas criticonas a costa de otros. Así que de repente no teníamos de qué hablar. Nos enfrentábamos al reto de buscar temas reales, de compartir ideas y proyectos, de empezar a hablar uno con el otro en vez de sobre los otros.
Algunas amistades no sobrevivieron este cambio. Las que quedaron se volvieron más fuertes y más auténticas.
¿Lo quieres probar? Apúntate al reto de las 21 días y atrévete a ser feliz.