Ayer llamaron a la puerta de mi casa unos expertos de la NASA que andan buscando astronautas.
-Disculpa, ¿es usted Rebeca Martín?
-Si, soy yo ¿qué desean?
-Mire, somos de la National Aeronautics and Space Administration, también conocida como la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, también conocida como NASA.
-Si, lo pone en sus camisetas.
-Ah, es verdad. Política de empresa, esto del merchansiding, ya sabe jejejej. Bueno, la cuestión es que después de una búsqueda exhaustiva de perfiles acordes a las necesidades aeronaúticas espaciales y especiales que nos acucian en la actualidad hemos llegado hasta usted.
-Me hace usted el favor y me lo explica en castellano moderno, si no le importa.
-Eh, vale… Que hemos visto una foto que ha subido a Facebook con el traje de astronauta y la necesitamos. Esta (y me la enseñan en un A4 a color)
-Bueno, bueno, haber empezado por ahi. Pasen, que le enseño mi kit espacial, estoy orgullosísima de él. Por aquí, siéntense en el sofá que no tardo nada, lo tengo por aqui.
-Gracias, bonito salón.
…
-Ya estoy aquí (y aparezco con mi traje puesto, claro). No saben lo que me costó conseguir todo esto, una locura. El primer traje que compré se deshacía con solo miralro, quizas es porque era un traje de pintor de esos de 3 euros, pero no duro ni una actuación… Y el segundo ya mejor, da un calor terrible pero le puse por aquí unas pegatinas, por aquí unas chapas, un poco de cinta aislante ¡y listo! El casoc ya fue otro asunto… Estuve semanas de chino en chino probándome peceras a ver si me cabía la cabeza ¡y nada! Todos pequeñas (quizás el problema es el tamaño de mi cabeza, no lo sé). Hasta que apareció en el último chino este casco desmontado, de plástico malo malo y ¡funciona! ¡es ideal! Y luego está lo de la mochila especial, esta tan ideal, ¿la bien? ¡Pues es un transportín para gatos! Asi tiene doble uso, la uso para ir al espacio, y luego para para llevar a Anso y a Simón, los gatos de mi hermana, qué, ¿a qué están alucinados?
-Precisamente hemos venido por eso, señorita Rebeca ¿o señora?
-Señorita, señorita.
-Pues precisamente por eso venimos. Desde la NASA estamos cambiando la política de reclutamiento y ya no nos centramos en perfiles con excesiva formación que lleven toda la vida dedicados a estudiar ingenierías, masters, títulos propios y todo eso que en realidad, ahora mismo sirve de bien poco. Estamos dirigiendo nuestro enfoque a las rrss y buscamos perfiles actuales, modernos, casi casi influencers que le den un toque nuevo al trabajo vinculado al espacio y bueno, que tengan seguidores y creatividad y hagan buenas fotos, ya sabe.
-Ah, pues bien. Lo único que tengo que mirar mi agenda que soy autónoma y ya sabe… ¿Cuándo viajaría? ¿A qué planeta? ¿El desplazamiento a cuánto lo pagan? ¿tengo que poner yo el cohete o me dan transporte?
-Si claro, claro. Ahora hablamos de las condiciones, pero antes hemos de hacerle alguna pregunta que nos permita verificar si usted podría habitar en el espacio exterior en condiciones determinadas.
-Perfecto, adelante.
-Bueno, ¿qué tal los cálculos matemáticos, la orientación espacial y el equilibrio?
-A ver, de matemáticas voy sobrada porque ya sabe que cuando tienes una empresa propia entre la contabilidad, Hacienda, la pandemia y todo eso hay que cuadrar los números, jugar con la estadística, la proyección, y bueno, luego está mi hermana que trabaja en un banco y me hace las facturas en Face.
-Correcto entonces, ¿de orientación espacial y equilibrio?
-Yo con el GPS llego a cualquier parte, así que si puedo tener móvil y cargador esa parte solucionada. Y lo del equilibrio… Bueno, siempre he sido algo arrítmica y ahora ando un poco tocada de la espalda pero hago estiramientos todas las mañanas y bueno, lo voy notando.
-Perfecto, seguimos entonces. El tema de la alimentación es complicado en el espacio, ¿qué tal lleva lo de no comer?
-Ay no, por ahí no. Qué pena con lo que me estaba ilusionando. Yo a un sitio donde no haya un buen chuletón o una buena mariscada para celebrar algo, o un desayuno tipo buffet por las mañanas, yo allí no puedo ser feliz. IMPOSIBLE. Y sabe, que me parecía tentador y seguro que económicamente la remuneración sería una pasada y me permitiría vivir sin pensar qué va a ser de mí al mes siguiente, pero voy a tener que rechazar su propuesta.
-Estamos hablando de cifras con muchos ceros, Rebeca. Píenselo al menos.
-Miren, muchas gracias por la visita, y por la atención y por todo, pero no. Tengo 38 años y ya he decidido hace tiempo que no quiero hacer nada que no me haga mínimamente feliz, aunque así pierda trabajo. Les acompaño a la puerta.
-Adiós entonces, quizás en otra ocasión.
-Claro, cuando se pueda comer al menos menú del día, ¡gracias!
-Gracias a ti, te dejamos una chapita.
-Genial, la pondré en mi traje, ¡hasta luego!
-¡Que vaya bien! ¡Nos vemos!