Por GLORIA CRESPO MACLENNAN para elpais.com
¿Podría ser que una fotografía realizada en 1920 señalara el inicio de la era moderna en el arte y sus vicisitudes? ¿Quedó el siglo XX vislumbrado en la fotografía de un vidrio cubierto de polvo que Man Ray realizó en el estudio de Duchamp en Nueva York?, se pregunta David Campany, comisario de fotografía, escritor, artista y autor de A Handful of Dust; una historia “especulativa” de la fotografía del siglo XX, que da nombre a un libro y a una exposición que se exhibe en la galería Whitechapel de Londres.
Erosión, Mississippi, 1936. WALKER EVANS
Man Ray se encontraba en el estudio de su amigo Marcel Duchamp cuando llamó su atención una lámina de vidrio apoyada en unos caballetes. El fotógrafo, joven y sin un duro, se quejaba de tener que fotografiar el arte de otros para sobrevivir. Y aunque esto le resultase un acto “repugnante, por debajo de su dignidad como artista”, había aceptado un encargo por parte de la Société Anonyme. Para practicar, sugirió a su amigo que le dejase fotografiar aquel cristal destinado a convertirse en El gran vidrio, o La novia desnudada por sus solteros. Duchamp dedicaría ocho años a trabajar en la obra, que quedaría finalmente inconclusa. Descrito por Robert Hughes como “el Gran Arcano del arte moderno”, en aquel momento el vidrio se hallaba cubierto por una densa patina de polvo, que intencionadamente el artista había dejado que se acumulase, para luego fijarlo con un espray, en un intento de atrapar el tiempo visualmente.
A Campany le obsesionó esta imagen por su condición anárquica y ambigua. “Es el enigma, su incierto estatus como obra de arte o documento, lo que le ha facilitado una trayectoria tan compleja a través de las historias del arte y la fotografía, notablemente en las páginas impresas donde las incertidumbres han encontrado su total expresión”, señala el escritor. Así, no dudó en tomar la imagen de Man Ray como punto de partida para organizar esta exposición. Después de todo la imagen había sido afirmada dentro del dadaismo, el surrealismo, la abstracción, el arte conceptual, el land art, la performance y la posmodernidad. El comisario se apoyó, además, en otro acontecimiento que tuvo lugar el mismo mes que la primera publicación de la fotografía: la publicación de La tierra baldía. Uno de los libros más influyentes de la poesía moderna, encarnación de la imagen devastada de la civilización occidental en el periodo de entreguerras. “Te mostraré el miedo en un puñado de polvo”, escribía T. S. Eliot.
La exposición reúne obras de 30 artistas, entre los que se incluyen Walker Evans, Jeff Walls, Mona Kuhn, Sophie Ristelhueber y Nick Waplington. Junto a estos nos encontramos con obras de artistas anónimos, variados documentos como postales de tormentas de polvo, revistas y libros. Todo ello nos traslada desde los tiempos del Dada, pasando por la Guerra del Golfo, al 11-S en Nueva York. “Esta historia especulativa considera obsesivamente cosas que parecen similares, funcionan de forma parecida, están hechas de la misma sustancia o relacionadas entre sí por un vago pero ineludible hilo”, señala Campany.
Nos encontramos con obras que han utilizado el polvo como material o como metáfora del tiempo, la mortalidad o la devastación. Así, John Divola creó su serie Vandalism, adentrándose en casas abandonadas, y el artista francés Robert Filliou se fotografió limpiando el polvo de 100 obras del Louvre sin permiso. Luego metió el trapo sucio utilizado junto a la polaroid en una caja que expuso, en alusión a cómo el aura de las obras se desvanece al tiempo que el polvo desaparece. La exposición concluye con una de las obras de la serie (aérea y terrestre) que Sophie Risstelhueber realizó durante la Guerra del Golfo, en el desierto de Kuwait. “Cambiando (la perspectiva) desde el cielo a la tierra, buscaba destruir cualquier noción de escala, como en Criadero de polvo, la obra de Man Ray y Marcel Duchamp”, escribe la fotógrafa francesa. “El cambio constante entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño podría desorientar al espectador. Pero es una buena ilustración de nuestra relación con el mundo: contamos con las técnicas más modernas a nuestra disposición para ver todo, aprender todo, y aun así no vemos nada”. Man Ray decía que prefería “fotografiar una idea que un objeto, un sueño en vez de una idea”, y que “la violación del medio es la aseveración más perfecta de las convicciones del autor”, quizá consciente de la naturaleza evasiva de la obra de arte. Campany nos invita a reflexionar sobre la naturaleza imprecisa y rebelde de la fotografía, más cuando nos hemos acostumbrado a relacionarla con lo obvio o la veracidad. Sobre cómo los títulos y las palabras que acompañan a las fotografías son las que normalmente la conceden el carácter de fiable. Y sobre cómo la forma en que leemos una fotografía depende de su contexto.
El coche de Benito Mussolini languidece en un garaje de Milán diez años después de su muerte, 1955
¿Sería imposible saber de qué trata Criadero de polvo, por no hablar de lo que significa, desprovista de cualquier texto? “Una imagen como esta nos hace llenar el espacio que queda entre mirar, leer y conocer ¿Por qué no comenzar una exposición con esta fotografía tan particularmente extraña? Es una imagen tan abierta que podría significar casi todo o nada. Y eso es un comienzo”, escribe Campany en el Manantial Times. ¿Se puede escribir una historia del siglo XX desde la perspectiva del polvo?