Sé tú mismo, no necesitas ninguna aprobación

Por Andrés Cuevas Mesa @acuevascoach

Es un fenómeno recurrente en nuestra sociedad actual, ser lo que otros esperan que seamos en detrimento de mostrar nuestra verdadera identidad. Para muchos, el deseo de aprobación externa se ha convertido en una verdadera necesidad, algo que otorga un sentido especial a sus vidas y a su realización. Sin embargo, es muy difícil encontrar una tranquilidad y estabilidad duraderas cuando permanentemente nuestros actos deben ser refrendados y valorados positivamente por otros.

Nos sentimos bien cuando nos acarician mentalmente; De hecho, ¿Quién iba a querer renunciar a todo esto? Realmente no hay ninguna necesidad en hacerlo. La aprobación no es un mal en sí mismo, el problema se deriva cuando se convierte en una necesidad en vez de un deseo. Si sólo deseas la aprobación simplemente porque te sientes feliz con el apoyo y la aceptación de las demás, no comporta ningún mal; pero si se genera una necesidad, te puedes derrumbar en caso de no conseguir esa aceptación.

Otro problema que surge a raíz de esto, es la incomodidad que mucha gente tiene en provocar una desaprobación o rechazo en los demás. Los seres humanos, por lo general poseen un pánico terrible a ser rechazados, es como si su ser más íntimo fuese ninguneado, no tenido debidamente en cuenta, y por tanto, se genera una duda y una insatisfacción muy grandes. Sin embargo, todo este problema surge por entender de manera incorrecta la naturaleza de lo que verdaderamente somos. Cedemos el control de los acontecimientos y de nuestra identidad al escrutinio de terceros, que continuamente enjuician y etiquetan nuestras actitudes y maneras de pensar. En este modelo de comportamiento destructivo, no hay salida posible.

La necesidad de aprobación se fundamenta en una sola suposición: “No confíes en ti mismo, confirma todo con otra persona primero”. Nuestro ambiente cultural refuerza este comportamiento como norma de vida. El pensamiento independiente no sólo es visto como algo anticonvencional, sino que constituye además el principal enemigo de las mismas instituciones que constituyen el baluarte de nuestra sociedad. La sociedad quiere gente fácilmente manipulable y controlable, personas que sin cuestionarse sus verdaderas pretensiones y propósitos sigan los modelos preestablecidos de comportamiento y pensamiento sociales.

Siendo nosotros mismos lograremos llegar a un estado de paz, equilibrio y felicidad desconocidos hasta entonces. Toda presión, expectativa y ansiedad desaparecen, ya que no queremos ni tenemos que contentar a nadie en particular. Simplemente nos mostramos de manera genuina, espontánea y desinteresada a los demás, dejando claro nuestras intenciones. Otro aspecto que sale fortalecido es la manifestación de la creatividad. Al ser totalmente libres y al estar alejados de cualquier limitación o expectativa, somos capaces de mostrar nuestra mejor versión y nuestras capacidades, sin la presión ni la necesidad de ser valoradas según el baremo de otros.

Es de vital importancia incentivar desde la sociedad y la educación la consecución de mentalidades críticas e independientes. Así es como verdaderamente se puede conseguir un progreso sostenido, real y consecuente en nuestra sociedad que catapulte a las personas a expandir sus mentes y a ayudarse mutuamente. La educación también debe servir a este cometido, estableciendo programas más flexibles que busquen el desarrollo de las áreas más afines de cada persona. Al forjar personas independientes, creativas y seguras de sí mismas, la necesidad de aprobación queda relegada a un segundo plano; y así las personas pueden manifestar quienes son con total libertad quedando patente su punto de vista y su visión.

Os deseo a todos mis lectores una excepcional y productiva semana. ¡Intensidad y pasión en vuestros objetivos!

“Libérate del miedo, no es más que una fina cortina de humo que oscurece tu verdadera grandeza”

(Andrés Cuevas)