semana laboral de 10 horas

Por Peterpank @castguer

El  alza del desempleo a nivel global está provocando que viejos fantasmas vuelva a resurgir. Entre los más poderosos está el miedo a la automatización. En otros artículos he explicado como la implantación cada vez más extendida de los robots en sustitución de la mano de obra humana, está generando un controvertido debate sobre el empobrecimiento general que se está provocando, vía aumento del desempleo. La mayoría de artículos son negativos, pero hay excepciones.

Entre ellas se encuentra la postura de Robert Skidelsky, profesor emérito de Política Económica de la Universidad de Warwick y miembro de la casa de los Lords en Gran Bretaña, que cree que si los beneficios de la automatización se repartieran y no fueran acaparados por las clases adineradas, podríamos ver un importante incremento del tiempo del ocio, y elevar considerablemente nuestra calidad de vida.

Optimista, y algo ingenuo también. Skidelsky defiende su argumento de esta manera:

¿Qué impacto tendrá la automatización – el llamado “levantamiento de los robots” – sobre los salarios y el empleo en las próximas décadas? Hoy en día, esta cuestión se encuentra en debate por el alza del desempleo.

En el siglo XIX, David Ricardo consideró la posibilidad de que las máquinas reemplazaran al ser humano; Karl Marx le siguió.

Después, el miedo de las máquinas desapareció. Fueron creados y encontrados nuevos puestos de trabajo – salarios más altos, en condiciones más fáciles, y para más personas. Pero eso no quiere decir que el temor inicial fuera erróneo. Por el contrario, está en los cierto en el muy largo plazo: más pronto o más tarde, se quedarán sin empleo.

Para algunos países, esta perspectiva a largo plazo podría estar incómodamente cerca. Así que, ¿qué harán las personas si las máquinas pueden hacer todo (o la mayoría) de su trabajo?

Recientemente, la automatización en la industria manufacturera se ha expandido incluso a zonas donde el trabajo ha sido relativamente barato. En 2011, las compañías chinas gastaron 1.300 millones de dólares en robots industriales. Foxconn, que construye iPads para Apple, espera tener en funcionamiento su primera planta totalmente automatizada en algún momento de los próximos 5-10 años.

Ahora, la sustitución de la fuerza laboral se mueve más allá del sector manufacturero. El ejemplo más mundano se ve en todos los supermercados: personal de caja reemplazado por un solo empleado vigilando un banco de máquinas de autoservicio.

Para aquellos que temen la amenaza que representa la automatización en puestos de trabajo pocos cualificados, una respuesta fácil sería entrenar a las personas para obtener mejores ocupaciones. Pero el progreso tecnológico está también acaparando los de mayor nivel. Una amplia gama de puestos de trabajo que ahora consideramos como un terreno seguro e irreductible del ser humano, pueden ser las siguientes víctimas del cambio tecnológico.

En un reciente artículo en el Financial Times, en dos áreas notoriamente inmunes a los aumentos de la productividad, la educación y la atención sanitaria, la tecnología ya está reduciendo la demanda de mano de obra calificada. Traducción, análisis de datos, investigación legal – toda una serie de empleos de alta cualificación pueden desaparecer. Así que, ¿cuál será la nueva generación de trabajadores sustituidos?

Los optimistas afirman alegremente que “serán creados muchos nuevos tipos de trabajo.” Nos piden que pensemos en trabajos como analistas de datos, mecánicos de robots, controlador de coches automáticos…

Imagine un puñado de técnicos reemplazando una flota de taxistas y camioneros, un pequeño grupo de mecánicos humanos manteniendo una completa fuerza laboral de robots, o un único analista de datos y su software en sustitución de un banco de investigadores cuantitativos. Lo que produce valor en una economía ya no es el trabajo asalariado.

Nosotros podemos ver indicios del futuro en  la actualidad. El gigante de los medios sociales twitter es un ejemplo. La compañía se valora en 9.000 millones de dólares, pero emplea solo a 400 personas en todo el mundo, casi tantos como una fábrica de alfombras de tamaño medio en Kidderminster.

No es cierto que la automatización haya hecho aumentar el desempleo desde 2008. Llama la atención, sin embargo, que el desempleo estructural – el desempleo, que se mantiene incluso después de que las economías se hayan recuperado – ha mantenido una tendencia al alza en los últimos 25 años. Encontramos cada vez más dificultades para mantener el desempleo bajo.

En efecto, los días en que en Gran Bretaña se pensaba que era normal tener una tasa de desempleo del 2% han pasado hace tiempo. Fue considerado un gran logro del gobierno anterior llevar el desempleo al 5% en la cúspide de un auge insostenible. Y sólo lo logró mediante la subvención de un montón de puestos de trabajo innecesarios y de planes de formación inútiles.

Sin duda, algunas de las afirmaciones que se hacen ahora sobre la sustitución de humanos por robots serán tan descabelladas como lo han sido en el pasado. Pero es difícil resistirse a la conclusión de que el “desempleo tecnológico”, como John Maynard Keynes lo denominó, sigue en aumento.

El optimista puede responder que la imaginación pesimista es demasiado débil como para prever la gama de maravillosas nuevas posibilidades de empleo que la automatización está abriendo. Pero tal vez la imaginación del optimista es demasiado débil como para imaginar una trayectoria diferente – hacia un mundo en el que la gente disfrute de los frutos de la automatización como ocio y no como un ingreso adicional.

Si una máquina puede hacer el trabajo de un ser humano en la mitad de tiempo, ¿por qué hacer que sea la mitad de la mano de obra redundante, en lugar de emplear el mismo número en la mitad de tiempo? ¿Por qué no aprovechar las ventajas de la automatización para reducir la semana laboral media de 40 horas a 30 horas, y luego a 20 y luego a 10? Esto sería posible si los beneficios de la automatización no fueran capturados principalmente por los ricos y poderosos, sino que se distribuyera de manera equitativa en su lugar.

En lugar de tratar de repeler el avance de la máquina, debemos prepararnos para un futuro de más tiempo libre que hará posible la automatización. Pero, para hacer esto, primero necesitamos una revolución en el pensamiento social.

Carlos Montero