Señores. Parte primera.

Publicado el 08 septiembre 2014 por Amoraprimeravisa @sorayamoscoso

Hoy voy a hablaros de una de mis fascinaciones, los señores. Quien me conoce ya sabrá de este embeleso mío, pero a los que no, voy a explicaros el motivo. O los motivos. Antes de todo hay que diferenciar entre ''señor'' y ''viejo''. 

Los señores son elegantes, ya no necesariamente en la manera de vestir (que también, que para eso existen las boinas, monóculos, relojes de bolsillo y demás accesorios distinguidos, de los que ya hablaré otro día), sino en las formas.
Siempre saben qué decir y cuando callar. Tienen entretenimientos geniales cómo jugar a la petanca o quedar los domingos por la mañana con sus demás amigos, señores también, por supuesto, y dejando a un lado a sus mujeres, tomar el vermú mientras hablan de cosas poco trascendentales en apariencia, pero fascinantes en realidad para personas que como yo, se sientan a su lado en la barra con disimulo. Ah, porque es fundamentas que estén en la barra, a no ser que vayan a jugar una partida al tute o al dominó, pero eso suele ser después de comer.
Otras actividades señoriales son también ir a pescar, sentarse en los bancos del parque y hablar con los jóvenes. He aquí un punto de vital importancia para distinguir a un señor. Los señores están siempre de buen humor, por lo que si un varón de edad avanzada te juzga con la mirada, te amonesta por poner los pies en un banco o le lanza piropos a una bella joven, NO ES UN SEÑOR. Un señor te vacila, te cuenta historias de cuando era un zagal o te pregunta cómo usar algo que no entiende de su teléfono, pero nunca se mete contigo, a no ser que tu comportamiento sea realmente reprobable. 
Los señores saben salir de todo tipo de situaciones. Si algo se te estropea te lo arreglan, o sino siempre conocen a fulanito que es primo de menganito y repara todo tipo de cosas. En el caso de que desconociesen algo, tienen el don de gentes necesario para solventar cualquier tipo de coyuntura, sobre todo si a quien le tienen que preguntar es a una mujer. Un señor, a diferencia del típico viejo verde, no te va a decir cosas obscenas ni mucho menos, pero sí te va a hacer conocedora de tu propio encanto. 
Y hasta aquí el capítulo de hoy. Obviamente hay muchísimas más cosas geniales sobre este tipo de personas, pero ya si eso en otra ocasión.
Llevo: Gorra (L) vans, camiseta friday's project, leggins berskha y zapatillas adidas.