Ser escritor

Por Drajomeini @DoctoraJomeini

Llevo escribiendo historias desde que recuerdo. Desde muy pequeña. He sufrido en pocas ocasiones - tal vez porque tengo más cuento que Calleja - el síndrome de la página en blanco. Esa falta de inspiración de la que habla mi amigo David en su blog. Devoro libros de toda clase y pelaje. He ganado premios de literatura (unos cuantos), he publicado tres libros y están en un "veremos" otros tres. Mi cabeza rebosa de historias bullendo. Pero aún así me da un enorme pudor poner en cualquier definición mía: "Escritora".  Veamos, por ejemplo, el perfil de Lorenzo Silva. Lo dice no en uno ni en dos, sino en seis idiomas. Pero, claro, Jomeini, alma de cántaro - me diréis, con toda la razón del mundo - es que Lorenzo Silva tiene miles de premios, entre ellos el Planeta. Donde vamos a parar. Sin embargo, estoy segura de que Lorenzo Silva hace unos años también batallaba con esas historias que le llenaban la cabeza sin atreverse a llamarse escritor al sentarse frente a la hoja en blanco.  Porque, independientemente de como te llames, escribir es una droga que va enganchándote poco a poco. De pronto, te das cuenta de que necesitas tu dosis. De que tienes una escena en la cabeza que vomitar sobre el papel. Y yo me he convertido en una adicta. Ni siquiera escribo para que me leáis. Escribo porque forma parte de mi naturaleza. Como una segunda piel. Pero escribir no es ser escritor.  Ser escritor significa tener la mente afilada como un bisturí para poder captar los sentimientos ajenos y deconstruirlos. Es llenar hojas en blanco cada día para luego borrarlas y quedarte con dos líneas. Dos líneas que transportan al lector a otro mundo. Más allá de premios y zarandajas. Ser escritor es vencer las ataduras del miedo a imaginar.  Por eso. Por todo eso, en mi perfil no lo pone. Y en de Lorenzo Silva lo pone en seis idiomas.