Ser lal con uno mismo y con los demás (II)

Por Mbbp

Sigue…

El derecho a decidir lo que uno quiere o no en su vida, a ser lo que uno siente que es, a actuar en consonancia a lo que uno piensa y siente, son derechos -¿o deberes?- personales e intransferibles. Nadie debería cederlos a nadie o a nada más, aunque supuestamente sea a cambio de algo que necesitamos y valoramos, normalmente disfrazado de confortabilidad, seguridad o, llamémosle, lealtad…

Siempre he sido una persona leal a lo mío, aunque esta virtud no es siempre fácil de llevar en un mundo plano, globalizado y que se sustenta cada día más en un pensamiento único, que lamentablemente niega la singularidad de cada uno de nosotros. Soy leal a mí mismo y tengo la virtud de otorgar esa lealtad firme a quien -o lo que- la merece. Dar libremente lo mejor a de uno mismo a alguien o a algo es un acto heróico, en los tiempos que corren. Algunos le llaman carisma, aunque alguien me comentaba hace unos días que yo era una persona carismática especial, pues creaba grandes amigos o, al reves, grandes enemigos. Seguramente es verdad, nunca he sido un incondicional consensuador, he preferido ser siempre yo mismo… aunque me costase -o precisamente por eso- demasiados años llegar a serlo o mucha soledad…

Lo sé, no soy una persona siempre fácil, ni aduladora o incondicionalmente complaciente, si eso significa dejar de ser yo… incluso ante la -siempre posible- probabilidad de equivocarme. He tardado mucho tiempo en llegar a ser leal a mí mismo, a pesar de los demás y del mundo que me rodea. Incluso en mis mayores errores he sido yo y he intentado actuar desde dentro, aunque no siempre lo haya logrado. A veces, como todos, también flaqueo y me distrae el miedo y el mundo movido por él! Pero, cada día más, intento y actúo desde dentro y no hay juez más severo que uno mismo y su corazón. Y, aunque eso no garantiza la eterna firmeza ni el acierto pleno, como mínimo demuestro mi propósito de ser leal a mí mismo -y por ende, a los demás- y la coherencia entre lo que siento y hago, le guste a quien le guste. Quizás por eso no soy persona de alinearme a cualquier modelo, causa o movimiento, incondicionalmente y para siempre. Mi necesidad de ser coherente en todo momento me hace ser quizás demasiado exigente conmigo mismo, intentando ser flexible con los otros y, a la vez, firme por lealtad, aunque eso muchas veces despierte un cierto recelo o miedo en los demás.

Cuando uno es lo que en realidad es y siente… y, cuando tiene el valor de manifiestarlo y compartirlo con alguien o algo más, está siendo verdaderamente leal!