Ser o no ser… de un grupo

Por María Jesús
A veces me pregunto por qué a las personas les cuesta tanto acudir a la fuente y prefieren quedarse con los intermediarios. Hay grupos dentro de la Iglesia que adoran a una persona en vez de adorar a Dios. Desconfío mucho de los grupos que profesan veneración a sus fundadores. Que una persona haya fundado un grupo puede significar tan solo que tenga características de líder y que sea muy carismático pero no que sea un santo, y aunque lo fuese, ¿que es un santo?. Alguien que ha conocido a Dios y le ha querido y se ha dejado amar por El, pero al fin y al cabo, una persona como nosotros, con sus virtudes, defectos y peculiaridades. ¿Debemos reducir tanto nuestro universo espiritual como para quedarnos flotando alrededor de un ser humano, santo o no?  Yo creo que no. Yo creo que hay que tener la valentía y la autoestima suficiente para conocer a Dios personalmente, sin tantos miedos a caer en orgullo espiritual o a desviarse del camino pues si quieres a Dios nunca te alejarás de El. Dios mismo nos dijo que no llamáramos Padre a nadie más y nos previno bastante contra los falsos maestros. Y  aunque no fueran falsos no son más que intermediarios. Puede que al principio en nuestra vida espiritual necesitemos fijarnos en alguien o seguir alguna doctrina particular que nos ayude, pero debemos llegar a ser libres y a beber directamente de la Fuente Divina, porque está a disposición de todos y no de algunos elegidos. Es verdad que en la Iglesia hay distintos carismas y que cada uno tiene su psicología y puede sintonizar mejor con un grupo u otro, pero lo que no hay que perder de vista nunca es que son todo medios para un Fin. Nuestro único Fin y Amor por encima de todo tiene que ser Dios, porque esto es lo que hace feliz al hombre. Pero a veces nos contentamos con un charquito cuando tenemos un océano a nuestra disposición. Y encima no entendemos porque los demás no se vienen a mi charquito cuando a lo mejor ya están navegando en el océano.