Todos hemos recibido en alguna ocasión esa indicación de que “ser uno mismo es el mejor remedio ante la duda”. Muchos no alcanzan a comprender la verdad que se encierra tras esa sencilla afirmación… Y por el hecho de ser el mas común de los consejos lo pasan por alto.
Hoy me apetecía hablar conmigo mismo y con vosotros acerca de ello, trasladar las conclusiones de uno de mis diálogos internos que fue exteriorizado durante el pasado curso en Murcia. Entre otros temas, el dialogo paso por la reciprocidad y la implicación para germinar una semilla.
Que no es otra que la semilla del autoconocimiento y la autoaceptación. Centrando el foco de nuestra atención en nosotros mismos encontramos en nuestro comportamiento y actitudes aquello que nos funciona y nos falla… Y a su vez, lo que nos define.
Ya hace tiempo de la entrada donde, citando a Ortega y Gasset dije que “yo soy yo mismo y mi circunstancia”. Y eso es lo que, suene raro o no… Significa todo esto. Te diré por qué.
Nadie en el mundo puede ser exactamente como tú (aunque sea infinitamente parecido a ti), no puede vivir la vida exactamente como lo haces, pensar y sentir como lo haces y en definitiva; no hay ser viviente capaz de experimentar la realidad tal como tú lo haces.
Si son todas esas percepciones (el modo de interpretar los estímulos que recibes, procesarlos y representarlos) las que acaban influyendo en tu forma de hacer las cosas… Esa forma de actuar y gobernar tu propia vida, así como de resolver las situaciones; es lo que te define.
Si tu actitud ante la vida fuese esquiva, desconfiada y temerosa… Es muy probable que actúes con recelo y exceso de cautela, generando desconfianza o intranquilidad y tensión a tu alrededor. Por el contrario, una persona en exceso abierta y con un tipo de confianza “de gatillo fácil” -tiende a tomarse las confianzas cuanto antes mejor- puede causar ese mismo tipo de reacción incomoda y tensa sin actuar como el primer ejemplo. Y eso que son comportamientos totalmente contrarios.
La línea que separa lo que supone y deriva de ser uno mismo entre aspectos buenos y malos, hace estas distinciones bajo mi criterio:
- Cosas Buenas: Hay muchísima mayor familiaridad con uno mismo y una expresión genuina de la propia realidad personal. Esto hará que si vemos desde el punto de vista de “estarnos vendiendo”, haya unas raíces firmemente asentadas que se puedan traducir en congruencia, confianza, seguridad y disciplina… Y otras cosas que es bonito que se descubran individualmente.
- Cosas Malas: No siempre se dispone del criterio adecuado para diferenciar entre las opciones a tener en cuenta para expresar tu verdad y tu identidad al mundo. Por otro lado siempre hay un miedo latente a que la gente rechace tu autentico ser; y el miedo como tal genera varias “salvaguardas”: colchones y burbujas de mediocridad y conformismo. Es sencillo que las personas con problemas de autoconocimiento pierdan la paciencia y el rumbo intentando esto.
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De cualquier manera, a modo de ciertas conclusiones que he sido capaz de extraer de mi propia experiencia con el tema… Debo decir que no es algo exclusivo pero no se debe tomar a la ligera tampoco. Hay quien habla ya de “ser tu propia marca y desarrollar tu propia identidad, propósito, misión, visión y valores”. A todo ello, yo le añado el matiz del esoterismo y la filosofía… Y otras cosas, cada vez irá creciendo.
Abrazos!
Kheldar