El espacio elegido, sin tener en cuenta la deco, se torna perfecto para una sesión de cine con proyector: amplias paredes de ladrillo blanco (mi adorado ladrillo blanco), viguería e instalaciones vistas y grandes ventanales que aportan cierto aire industrial. Un interior de lo más geniuno.
Para dulcificar la potencia que desprende la sala, cubrió el suelo con alfombras de tonos claros y de tacto suave, creando un ambiente relajado y acogedor, y colocó asientos de distintos tipos y alturas: pufs, sofás y cojines en el suelo.
Por último, el toque natural: plantas colgantes, plantas por las paredes, y piezas de madera maciza en mesas bajas, tablas y demás recipientes para la comida.
Con unos pocos y simples trucos bien utilizados, ha conseguido una perfecta sala de cine.
Mirad el resultado:
No sé a vosotros, pero a mi me han entrado tremendas ganas de preparar en mi casa una noche de pelis. ¡Y qué no falten las palomitas!
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