Si el duelo es negro, el fantasma es blanco
“Como una nada sin posibilidad, como una nada muerta después de apagarse el Sol, como un silecio eterno sin futuro ni esperanza: así es interiormente el negro”, Wassily Kandinsky.
Dicen que blanco-gris-negro es el espectro de los colores no vivos. Uno es el principio y otro es el final. ¿Qué podemos encontrar entonces en unos colores no vivos? ¿Es posible reflejar con ellos los olvidos?
‘Poco a poco olvido’ es el título de la exposición fotográfica que la galería Tagomago acoge con obras de Manel Úbeda. Fotografías que permiten recorrer la Barcelona de finales del siglo XX, desde su estimado ‘Tibi’ capturado en sus horas de cierre, al desaparecido ‘Piscinas y Deportes’ de Sarrià, pasando por la que fue en su día la activa ‘Plaza de Toros Las Arenas’. Con estas series Manel muestra su interés por el silencio y por el anhelo de un espacio que en algún momento fue bullicioso. Pero sin duda, el conjunto más destacado de la exposición son las series dedicadas a los campos santos de Montjuic y Poble Nou realizadas durante 2007 y 2008.
Mil y una historias podría contar de sus experiencias en estos lugares, pero Manel prefiere que las imágenes hablen solas. Sin personas. Sólo su captura y el tiempo detenido. Una veintena de imágenes donde el silencio se escucha en el papel, y donde el olvido y el abandono son los protagonistas.
Los cementerios son esos lugares decadentes y olvidados de las urbes cosmopolitas. Barcelona tiene algunos integrados en su entramado urbano. Pese a ello, no dejan de ser campos de olvido, campos de los olvidados, de las memorias presentadas en forma de flores caducas, de las plegarias escultóricas quebradas y de los cristales fragmentados en las capillas, ya sin dueños.