Sí se puede lograr el equilibro entre tecnologías inalámbricas y salud ambiental

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Hace unos meses os contaba que los padres y madres de alumnos de la escuela vasca Ibaiondo consiguieron que las operadoras de telefonía bajaran las emisiones de sus antenas. El logro de este colectivo en su reclamación de un entorno libre de emisiones electromagnéticas superiores a las recomendadas se ha convertido en una guerra ganada para toda la ciudadanía.

Todos los grupos políticos han acordado elaborar una ordenanza de antenas que contemple el principio de precaución. No suele ocurrir a menudo pero parece que todo el arco político está de acuerdo en redefinir los márgenes de seguridad y la distribución de la radiación electromagnética derivada de la telefonía tanto en el Ayuntamiento como en el Parlamento Vasco.

Ahora hay muchos detalles que cerrar y la batalla ahora es si garantizar que la emisión y exposición no supere los 0,1 microvatios por centímetro cuadrado que recomienda el Consejo de Europa o que la nueva ordenanza municipal se adecue a la nueva ley estatal aprobada este mismo mes, más conservadora y contra la que están rebelándose ayuntamientos.

Reducir los niveles de exposición para antenas de telefonía móvil a 0,1 microwatios es también la propuesta de la Asociación de Afectados de Navarra por Campos Electromagnéticos que han comparecido en comisión en el Parlamento foral para explicar sus alegaciones al Plan de Salud 2014-2020 de Navarra. Piden que se modifique la ley foral de 2002 sobre la colocación y uso de instalaciones que generan campos electromagnéticos, para adecuarla a las resoluciones del Parlamento Europeo.

Lo cierto es que durante los últimos años diversas altas instituciones sanitarias y políticas han llamado la atención sobre el grave problema de salud que representa la contaminación electromagnética, a la que todos estamos expuestos. Parece que la presión ciudadana va recogiendo sus frutos. En el camino están quedando muchas personas. Leed lo que ocurrió con Ángela en el post Primer suicidio de una persona enferma de electrosensibilidad.

Cada vez tengo conocimiento de más personas que sufren Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos. Es un síndrome de la modernidad mal entendida. En Tarifa (Cádiz) algunos de ellos han comenzado una campaña informativa y legal para evitar que su Ayuntamiento expanda el WiFi por esta preciosa localidad. Si podéis apoyadles pues me consta que hay enfermas que están recibiendo amenazas de demanda por parte de la empresa instaladora.

Es necesario y puede conseguirse un equilibrio entre el uso de las tecnologías inalámbricas y la reducción al máximo de su impacto ambiental y en la salud humana.