Fray Esteban a pesar de sus 65 años y de llevar toda la vida en la orden se comporta muchas veces como un niño y otras como un adolescente. Todos los abades que dirigieron el convento trataron de enmendarlo sin éxito, era un caso perdido. Había llegado la época en la que existía la norma de vivir una semana sin hablar, el objetivo era poder sentir a la divinidad dentro, para ello había que eliminar todos los obstáculos. Los monjes se decían todo por señas y evitaban en lo posible la comunicación, incluso por éste método, nada podía distraerles de tan importante y sagrado fin.Fray Lucas, el cocinero, se dio cuenta de que no quedaba nada de harina y le escribió una nota a fray Esteban para que fuera a buscarla al pueblo, que se encontraba a un par de horas andando, eso sí, con aire de regañarle antes incluso de haber cometido ninguna falta, dejándole bien claro que no se olvidase de cumplir con el silencio y que no debía responder a nadie más que con una sonrisa. El advertido contestó con un gesto de tranquilidad que no hizo más que inquietar al cocinero.
Este cuento es la introducción a la entrada "La Sabiduría de las Edades" que puedes encontrar en el siguiente link: http://encuentrosconlasabiduria.blogspot.com.es/2012/03/la-sabiduria-de-las-edades.html