Autorretrato, 1925 - 30, Edward Hopper
Whitney Museum of American Art, New York
Josephine N. Hopper Bequest
Sin olvidar la profundidad de uno de los autores más apreciados y considerados que ha surgido del arte norteamericano del siglo XX. Es Edward Hopper (1882 – 1967). El ideario popular ha hecho suyos los iconos creados por Hopper, uno de los artífices del realismo estadounidense del siglo XX, retratista de la modernidad, de la Gran Depresión y de la soledad y el dramatismo que se han hecho compañeros de viaje del hombre en su camino por la gris y angustiosa modernidad. El Museo Thyssen reúne por primera vez en Europa una de las muestras más completas sobre el pintor y el cronista de Estados Unidos. En colaboración con la Réunion des Musées Nationaux de Francia y con otras instituciones y museos de los Estados Unidos, más de setenta obras muestran una completa visión del pintor y su producción. Como ha señalado el comisario de la exposición, Tomàs Llorens, Edward Hopper es simplemente realismo, pero algo más. La simple representación de lo observado se convierte en un hábil cuaderno de notas que indaga en los sentimientos del hombre moderno convirtiendo a Hopper en hábil traductor de los sentimientos del hombre ante lo moderno y todo lo que esto implica. La soledad de Edward Hopper Soledad, Nueva York, hotel, motel, bar, oficina, nighthawks, jazz e incluso cine son algunas de las palabras que nos rememoran la obra de uno de los grandes pintores norteamericanos del siglo XX: Edward Hopper.
Sol de la mañana, 1952, Edward Hopper
Columbus Museum of Art, Ohio: Howald Fund Purchase
Producto de la época que le tocó vivir parece que la obra de Hopper representa la desesperación de un país que no habiendo salido de la primera gran crisis económica de la época contemporánea entraba de lleno en el conflicto bélico de mayor envergadura del siglo XX. Así entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial desfilan los pesimistas habitantes de la gran ciudad. Es como si transcribiera la novela de John dos Passos “Manhantan transfer” a unos escenarios pictóricos donde los desolados espacios públicos aumentan más si cabe la soledad y melancolía de los personajes que en ellos aparecen atrapados y que hace partícipe al espectador en acto de vouyerismo.Personajes femeninos -casi siempre su mujer Joshephine Nivison de la que recientemente se ha publicado su libro de contabilidad en el que la obra de E. Hopper es descrita técnica y pecuniariamente (artículo de Fietta Jarque en la edición digital de El País del 2 de junio de 2012) en frías arquitecturas de hoteles o moteles urbanos o en interiores domésticos, mujeres muchas veces sin rostro reconocible, como los nighthawks (noctámbulos) que apoyados desidiosamente en la barra de un bar nos dan la espalda en la noche neoyorquina.
Carretera de cuatro carriles, 1956, Edward Hopper
Whitney Museum of American Art, New York
Photo Sheldan C. Collins
Escenas con encuadres más fotográficos que pictóricos, con escenografías que pueden recordar a los film noir de la época y una gama de color cercana al technicolor que en los años 30 del siglo causaría estragos en las producciones cinematográficas de las que Hopper era un fiel seguidor y que hacen de él un gran pintor de llamada American Scene (artículo en la edición digital de Carlos Boyero de la edición digital de El País del 8 de junio de 2012).Pintor de la Gran Depresión que en 1933 ya es protagonista de una muestra antológica en el MoMA de Nueva York aunque no será hasta después de su muerte en 1967 cuando sea reconocido.El museo Thyssen - Bornesmiza de Madrid expondrá en sus salas desde el 12 de junio al 16 de septiembre de 2012 una ambiciosa exposición donde se reúne una significativa selección de la obra de Edward Hopper donde el gran ausente será el lienzo Nighthawks. La muestra es fruto de la cooperación entre la Reunión des Musées Nationaux de France y el museo Thyssen-Bornesmiza, estando comisariada por Didier Ottinger (director adjunto del MNAM/Centre Pompidou) y Tomás Llorens (director honorario del Museo Thyssen).Pilar C. Garrido Barba