Una de las preguntas frecuentes de los participantes del curso de hábitos es la relación entre hábitos y espontaneidad. ¿Se puede ser espontáneo aún cuando estás trabajando en tus hábitos? ¿Los hábitos no matan a la espontaneidad? El miedo detrás de estas preguntas es el miedo a convertirse en una máquina de la productividad que de tanto rendimiento se ha olvidado de bailar bajo la lluvia.
¿Qué es la espontaneidad?
Según la Wikipedia, la espontaneidad “una característica de acciones que no requieren de motivos razonables, tales como las emociones, y entre estas, las emociones agradables”. Según esta definición, las acciones espontáneas están diametralmente opuestas a los hábitos que intentas arraigar en tu día a día.
Los hábitos son aquellas actividades que se desarrollan con cierta frecuencia en tu día a día, generalmente ligadas a un lugar o un horario en concreto. En el mejor de los casos fuiste tú quién decidió en su día crear los hábitos, aunque seguramente también tienes una colección de hábitos heredadas de tu familia o que se han instalados sin pedir permiso (muchas veces son estos los hábitos que quieres cambiar).
Los actos espontáneos suelen ser vistosos para ser reconocidas como tal: no ir al trabajo hoy sino a un balneario, tirar la tele por la ventana, ir a una fiesta de disfraces a la que no te han invitado. Son espontáneos porque no hubo planificación ni habrá repetición, ya que lo espontáneo siempre es único.
Los hábitos a cambio son pequeñas acciones repetitivas. Levantarte en cierto horario, lavarte los dientes, definir las tres tareas más importantes del día… no hay secreto ni sorpresa y quizás por ello los hábitos son los aliados perfectos de tu espontaneidad.
Los hábitos que te permiten ser espontáneo
Los hábitos son una forma de mantener una cierta sensación de control sobre tu día a día. Es esta sensación de control que te permite “hacer locuras” como tomarte unos días de vacaciones de imprevisto, inscribirte para saltar en paracaídas o salir de casa con tu vestido de novia. Estos actos imprevisibles le pueden dar un soplo de aire fresco a tu día a día, sabiendo que a la vuelta podrás volver con este día a día, porque tus hábitos estarán ahí, esperando a que vuelvas.
Si la espontaneidad es el chili de la vida, los hábitos son la sal y la pimienta. Uno no quiere sustituir el otro y es el conjunto que le da el sabor a la vida.