Sincrónica: Acorazado Potenkim en 16 mm

Por Androsmalv


En este caso más que escribir sobre la película, vale la pena escribir sobre la experiencia de volver a ver una obra como El Acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein en 16 mm en la Cinemateca Distrital; copia en inglés que perteneció a la British Film Institute (BIF), en la que sí bien faltaron pedazos - como a muchas de estas copias-, lo importante era volver a escuchar ese "dziga", el  "tuc, tuc, tuc" o cualquier otra onomatopeya del ruido que hace un proyector cuando se reproduce una obra. De todas maneras, además de la proyección tuvimos la presencia de los cinéfilos y expertos Augusto Bernal y Hugo Chaparro Valderrama, junto a Henry Caicedo, en la engorrosa y azarosa función de proyectar y empatar el material en celuloide; todo lo que se podía esperar de esta proyección pasó, se detuvo la película, las imágenes vibraron, el ruido del proyector, como en los 4´33´´ de John Cage, generaba una nueva banda sonora a Potemkin. Fue, realmente una noche especial, de esas que hay que repetir, y que afortunadamente la Cinemateca Distrital volverá a repetir o mejor a crear una especie de cineclubismo en 16mm, que no sólo nos hace hincapié en eso que entendemos como memoria sino en la misma cinefilia.

Se podría escribir bastante sobre Potemkin, sobre las anécdotas que charlaron Valderrama, Bernal y quienes intervinieron, pero eso lo podemos encontrar en los libros de historia del cine - aunque vale la pena recalcar que el cura que aparece en pantalla es el mismo Eisesntein, y la presencia "espiritual de Meyerhold en el guión y cámara de esta obra-, porque lo que realmente termina siendo importante, es volver a esa experiencia "orgásmica"  a la que alude Bernal, que es el ruido y la luz que sale de un proyector Eiki, para mostrar esas imágenes en movimiento de leones que llaman a la revolución, de carne con gusanos como metáfora de un poder corrupto  y tantas otras, que dentro del imaginario del cinéfilo son inolvidables.