De nuestras experiencias podemos aprender infinidad de cosas: cómo comportarnos en una casa ajena, no tocar cosas calientes, a no confiar en todo lo que nos dicen, que las buenas o malas acciones tienen consecuencias, etc.; incluso podemos aprender que no importa lo que hagamos, nuestra situación no mejorará y estaremos condenados a ser infelices de por vida.
Puede parecer extremista el llegar a decir eso, pero recordemos que absolutamente todo lo que sabemos, lo hemos aprendido de las situaciones que nos ha tocado vivir y de las personas que nos ha tocado conocer. Ahora bien, teniendo presente esto, imagina que desde que eras un niño(a) por alguna razón que desconoces, y sin importar que tanto lo desearas, la gente cercana a ti termina decepcionándote. Tus padres, tus amigos, otros familiares, maestros. Y años después, cuando eres un adulto, una persona se presenta para ofrecerte la mejor oportunidad de tu vida... ¿De qué manera reaccionarías a esa propuesta? Seguramente no serías la persona mas confiada, sino la más conflictuada o la más escéptica porque, después de todo ¿quién te asegura que esa persona no está mintiendo y terminará por decepcionarte como todas las demás?
Sigamos haciendo uso de nuestra imaginación. Ahora imagina el caso de alguien que lleva años sufriendo de maltrato. Las primeras veces, trataba de defenderse pero esto sólo ocasionaba más maltrato; buscaba la ayuda de otras personas, pero no le creían o le decían que exageraba; tal vez incluso trató de alejarse del abusador, pero siempre volvía cuando lo buscaba de nuevo y era peor cada vez que lo intentaba. No hay salida, no hay solución posible, pues ya se intentó todo y nada dio resultado. Lo único que queda por hacer es seguir aguantando y aceptarlo.
¿Difícil? Sí, mucho. Y también es frecuente. Es lo que llamamos indefensión (o desesperanza) aprendida, situación a la que se prestó atención por primera vez durante un proceso experimental en psicología. Martin Seligman estudió el efecto que choques eléctricos tenían sobre un perro al que no se le daba ninguna oportunidad de escapar o evitar el castigo; pronto este comenzó a mostrarse asustado todo el tiempo, nervioso y deprimido aun cuando las condiciones cambiaron y hubo forma de evitar recibir los choques eléctricos.
La siguiente pregunta obligada es ¿tiene remedio?
La respuesta, por supuesto, es SI. Puede ser desaprendida si en su lugar introducimos un aprendizaje "de escape" exitoso. Es decir, se puede dejar atrás si al sujeto se le enseñan las herramientas necesarias para hacer frente a las situaciones en las que normalmente se sentiría indefenso.
Por ejemplo, a la persona del primer ejemplo podemos enseñarle a aumentar la confianza en sí mismo, para que aprenda a ser autosuficiente y se sienta como tal. De esta manera dejará de sentirse vulnerable a las decepciones.
Lo mismo pasa con los casos de violencia, aunque estos son más complicados de revertir. La víctima deja de asumir tal papel cuando se reafirma en su persona y comienza a creer firmemente que puede valerse por sí misma y no necesita aguantar el maltrato.
Si has logrado identificar en ti estos rasgos de indefensión, es hora de hacer un análisis y descubrir algunas respuestas. Recuerda que siempre habrá a tu alcance alguien en quien apoyarte para aprender a hacerle frente; tan sólo en este blog, encontrarás psicólogos en la ciudad de Puebla (México) a los cuales puedes contactar y consultar.
Te invito a continuar leyendo este blog cada semana para seguir encontrando artículos sobre trastornos mentales y más temas.
Psic. Ericka Lópezpsic.ericka.lopez@gmail.com