Es, sin duda, el más conocido de todos los cuadros que producen vértigo de origen otorrino.
El oído interno está alojado dentro de una parte del hueso temporal del cráneo, el denominado peńasco del temporal. Se le denomina laberinto debido a la complejidad de su forma. En el laberinto hay dos zonas: el laberinto óseo y el laberinto membranoso.
El laberinto óseo consta de muchas cavidades situadas en el peńasco del temporal, que están llenas de un líquido claro y acuoso, que es la perilinfa.
El laberinto membranoso es como una réplica del laberinto óseo, está alojado en él y es un delicadísimo conjunto de tubos y membranas que contienen un líquido viscoso, que es la endolinfa. Este complejo sistema de tubos está rodeado por el laberinto óseo y la perilinfa.
Causas del síndrome de Meniere
El origen de este proceso no se conoce. Se le han atribuido múltiples causas, cómo las vasculares, déficit de vitaminas, alérgicas, infecciosas, traumáticas, factores hereditarios, etc., pero no está claro ni se ha demostrado ninguna causa responsable.
Pueden existir causas generales que favorecen su aparición, cómo la hipertensión arterial (HTA), enfermedades de la sangre (leucemia), alteraciones psíquicas, alteraciones vasculares generales, ateroesclerosis…
Lo que se produce en esta enfermedad es una dilatación de las membranas laberínticas, producidas o asociadas a un aumento de volumen de endolinfa.
Podemos decir que hay una alteración en los mecanismos que regulan el volumen de endolinfa, tanto en su producción como en su eliminación. Este aumento de volumen produce una alteración de la nutrición de todas las células del laberinto y puede llegar a producir la rotura del laberinto membranoso, originándose una mezcla de los líquidos de ambos laberintos -endolinfa y perilinfa- alterando la nutrición celular de ambos.
Síntomas del síndrome de Meniere
El cuadro suele comenzar de forma brusca, sin desencadenantes, excepto a veces, el estrés psíquico.
Los síntomas suelen aparecer en este orden:
- acúfenos o zumbidos intensos en el oído
- vértigo pronunciado
- sordera o hipoacusia
- el cuadro se acompaña de náuseas y vómitos.
Suelen ser procesos que afectan a un solo oído (unilaterales), aunque en el 50% de los casos puede haber una afectación de ambos oídos. Si a los 5 años de evolución no se ha producido la afectación del segundo oído, es poco probable que ya lo haga.
Los síntomas aparecen de forma episódica y podemos decir que en esta enfermedad hay dos fases: las fases de crisis y los periodos entre crisis (periodos intercríticos) o de remisión.
Fases de crisis
Tienen una duración variable, que oscila desde una hora a casi un día. Su frecuencia de aparición también es variable, pero lo más frecuente es que la siguiente aparezca entre tres meses y un año después, aunque a veces aparece tras pasar muchos años. Esta fase comienza o se predice por la aparición de acúfenos (zumbidos en el oído) o por el aumento de intensidad de los mismos, si ya existían previamente.
El vértigo es el síntoma más intenso. El paciente presenta sensación de giro de objetos, siendo incapaz de mantenerse de pie y obligándole a tumbarse, por tener la impresión intensa de que se va a caer. El paciente, a su vez, presenta un movimiento ocular rítmico en sentido horizontal y rotatorio, denominado nistagmus, que desaparece tras la crisis. El vértigo se acompaña de nauseas, vómitos, sudoración y palidez cutánea. Tras el vértigo intenso el paciente se va recuperando poco a poco, quedando posteriormente una sensación de inestabilidad.
Nunca hay pérdida del conocimiento.
Otras veces el vértigo se manifiesta de formas distintas: como sensación de desequilibrio al caminar, de caerse hacia un lado, de que el suelo se mueve, y a veces, incluso, hay ataques con caída al suelo. La sordera es lo último que aparece.
El cuadro se resuelve solo, espontáneamente, sin dejar ninguna secuela, pero al repetirse esporádicamente puede dejar, de forma residual, una sordera para los tonos graves y si se producen muchos brotes, la sordera puede llegar a afectar a todos los tonos, acompañándose de tinnitus (pitidos en los oídos) constantes. Lo primero que desaparece es el vértigo y después los acúfenos.
En cualquier caso, hay otras muchas variaciones clínicas de la enfermedad, aunque ésta es la forma más frecuente.
¿Cómo se diagnostica?
Es muy importante, en el diagnóstico, la evolución clínica.
En la exploración es característico el nistagmus horizonto-rotatorio hacia el lado del oído afecto, con alteraciones en las pruebas del equilibrio.
En las audiometrías inicialmente hay una pérdida de audición fluctuante y generalmente es para tonos graves; en la segunda fase la sordera afecta a tonos medios y agudos, y en la última fase y tras ańos de evolución, la audición se afecta en todos los tonos.
En el periodo intercrítico las pruebas del equilibrio son normales.
En cualquier en caso, siempre se debe buscar o descartar si puede haber una causa tratable responsable del proceso (como infecciosa, vascular, etc.), a través de una buena interrogación del paciente, viendo sus antecedentes médicos personales y familiares, y realizando una exploración física completa.
Tratamiento del síndrome de Meniere
El tratamiento durante las crisis es tranquilizar al paciente, el reposo en cama a oscuras, en silencio y sin movimientos bruscos, que es lo más efectivo; evitar el tabaco, comidas y bebidas en exceso, y reducir la ingesta de sal. Si existe una causa conocida del cuadro, hay que tratarla (por Ej. tratar la infección si es de origen infeccioso).
Se han utilizado múltiples fármacos como los vasodilatadores, antihistamínicos, diuréticos, vitamina B, sedantes vestibulares, antieméticos.
Si la crisis persiste, se requerirá tratamiento con medicación por vía venosa con fármacos antivertiginosos y antieméticos.
El tratamiento intercrisis es el evitar excesos alimentarios y la tensión psíquica, administrando ansiolíticos, para disminuir la ansiedad, y sedantes laberínticos.
El tratamiento quirúrgico está indicado cuando hay una incapacidad importante por la frecuencia e intensidad de las crisis y no hay respuesta al tratamiento médico. Hay distintos procedimientos quirúrgicos, como la cirugía sobre el saco endolinfático, con el fin de aumentar la reabsorción de líquido endolinfático (se realizará en fases iniciales, ya que disminuye las crisis y evita la evolución a la sordera).
Otras cirugías son: la sección del nervio vestibular o neurectomía, que se utiliza cuando las crisis son frecuentes e invalidantes, pero no actúa sobre la audición; y por último, si el enfermo ya presenta una sordera manifiesta y zumbidos mantenidos, se realizará la destrucción completa del laberinto o laberintectomia.