Recientemente comentaba con un colega y amigo la necesidad de dominar el inglés para poder seguir las cuestiones candentes en la discusión internacional sobre arquitectura y urbanismo. Actualmente, el inglés es la lingua franca en la que se producen los debates más ricos; para esos -y otros muchos- temas. El panorama cultural anglosajón es un territorio fértil para el intercambio continuado de ideas y propuestas y que, desgraciadamente, no suele trascender con agilidad a otros idiomas. Por ello es tan importante dominar con soltura ese idioma y en eso llevan desventaja los que se relacionan utilizando solo su lengua vernácula.Viene esta reflexión a cuento de la traducción del extenso artículo de Rem Koolhaas, Sendas oníricas de Singapur, retrato de una metrópolis potemkim, realizada por Jorge Sainz, en una correcta edición de la editorial catalana Gustavo Gili y aparecida recientemente en castellano, quince años después de su publicación original en aquel grueso y mítico volumen titulado S, M, L, XL, del arquitecto y Bruce Mau.Hace más de cien años, Adolf Loos publicaría Die potemkinsche stadt en el que reflexionaría críticamente sobre la transformación escénica del Ring vienés, un texto que yo mismo he citado recientemente. Loos se quejaría allí amargamente sobre la baja altura de miras de la sociedad austriaca para la construcción de una parte relevante de su ciudad, la ocupada hasta entonces por las murallas demolidas. Si bien existe un paralelismo remoto, no se entiende claramente porque Koolhaas rescataría en Portrait of a Potemkim Metropolis or Thirty years of Tabula Rasa esa idea de fondo de la nefanda ciudad decorado que traslucía el artículo de Adolf Loos. Con ello, aparte de la demostración de una erudición extensa, este periodista arquitecto buscaría nuevamente el aval intelectual de un héroe iniciático, referencia constante de muchos de los que se vincularon en sus comienzos al Movimiento Moderno en arquitectura.
Recientemente comentaba con un colega y amigo la necesidad de dominar el inglés para poder seguir las cuestiones candentes en la discusión internacional sobre arquitectura y urbanismo. Actualmente, el inglés es la lingua franca en la que se producen los debates más ricos; para esos -y otros muchos- temas. El panorama cultural anglosajón es un territorio fértil para el intercambio continuado de ideas y propuestas y que, desgraciadamente, no suele trascender con agilidad a otros idiomas. Por ello es tan importante dominar con soltura ese idioma y en eso llevan desventaja los que se relacionan utilizando solo su lengua vernácula.Viene esta reflexión a cuento de la traducción del extenso artículo de Rem Koolhaas, Sendas oníricas de Singapur, retrato de una metrópolis potemkim, realizada por Jorge Sainz, en una correcta edición de la editorial catalana Gustavo Gili y aparecida recientemente en castellano, quince años después de su publicación original en aquel grueso y mítico volumen titulado S, M, L, XL, del arquitecto y Bruce Mau.Hace más de cien años, Adolf Loos publicaría Die potemkinsche stadt en el que reflexionaría críticamente sobre la transformación escénica del Ring vienés, un texto que yo mismo he citado recientemente. Loos se quejaría allí amargamente sobre la baja altura de miras de la sociedad austriaca para la construcción de una parte relevante de su ciudad, la ocupada hasta entonces por las murallas demolidas. Si bien existe un paralelismo remoto, no se entiende claramente porque Koolhaas rescataría en Portrait of a Potemkim Metropolis or Thirty years of Tabula Rasa esa idea de fondo de la nefanda ciudad decorado que traslucía el artículo de Adolf Loos. Con ello, aparte de la demostración de una erudición extensa, este periodista arquitecto buscaría nuevamente el aval intelectual de un héroe iniciático, referencia constante de muchos de los que se vincularon en sus comienzos al Movimiento Moderno en arquitectura.