Elegía para un americano es una novela de discursos interiores, pero también, un gemido íntimo y oscuro en forma de un profundo poema de lamento, como sólo se le puede dedicar a una persona muy querida. Erik busca respuestas a través de su padre, aunque en realidad las busca acerca de sí mismo. Las historias que conforma la metahistoria de Elegía para un americano no son más que un abanico de posibilidades de entre otras muchas posibles sobre encuentros y desencuentros, búsquedas y pérdidas, que tienen en común la tensión contenida que nos queda después de un intenso sueño. El poder de los sueños y las múltiples interpretaciones que cada una de las personas les damos al mundo onírico, es el eje fundamental sobre el que giran el conjunto de relatos de las vidas de cada uno de los personajes que conforman esta novela. Atrapar el significado de todos ellos es el trabajo de Erik Davidsen, psicólogo de profesión, que se pasa su vida revisando sus pensamientos y sus actos desde un punto de vista profesional, en el que nos queda claro desde el principio, la importancia del mundo de los sueños que rodea a todos los personajes, y que transcurre de una forma nada caprichosa, en paralelo a la vida real de cada uno de ellos, marcando su devenir. Una característica a la que hay que unir una vez más en la literatura norteamericana (ya sea ésta escrita por hombres o mujeres), que todos ellos se encuentran perdidos y necesitan con ansiedad reencontrarse para saber quiénes fueron, quienes son y quiénes serán el día de mañana. La sucesión temporal de pasado, presente y futuro, vuelve a remover tanto la conciencia del artista que se planta delante de un folio en blanco como la de los personajes que trata de psicoanalizar. La identificación entre realidad y ficción es tan próxima en este caso, que Siri Husvedt le pidió permiso a su padre antes de morir para utilizar el diario que llevaba escribiendo a lo largo de toda su vida. Lo que nos demuestra esa innata necesidad de conocer qué fue de aquellos que nos concibieron, y que aquí, se convierte aquí en un afán plenamente logrado.
Lo importante de toda historia es poder llegar a cerrar el círculo que la contiene, y aunque de una forma inesperada, la autora de Elegía para un americano logra unir los dos extremos de su propio círculo en un brillante capítulo final donde los personajes y sus fantasmas se dan la mano a través de voces y ecos intensamente narrados.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.