El cuerpo humano está compuesto de una cantidad de células y órganos que de forma coordinada trabajan para protegerse entre sí. Si no fuese por la labor del sistema inmunológico, muchas bacterias, virus e infecciones mantendrían al organismo padeciendo un sinnúmero de enfermedades.
El sistema inmunológico se puede comparar con un escudo protector, ya que su principal tarea es evitar que las infecciones y virus se propaguen. Su capacidad consiste en contener las enfermedades y con ayuda de los linfocitos o glóbulos blancos prevenir que se estacionen y desarrollen en los demás órganos del cuerpo.
¿Por qué es importante el sistema inmunológico?
Existen enfermedades que atacan directamente al mencionado sistema y se ha determinado que en ausencia de este escudo protector, el cuerpo queda expuesto completamente a las enfermedades. En esos casos se requieren fármacos que emulen su función pero jamás trabajan coordinadamente como el conjunto de órganos y células.
Cómo está compuesto: partes y órganos
La palabra sistema ya indica que es la unión de varias partes que al trabajar unidas cumplen con una tarea determinada. La defensa del cuerpo humano está a cargo de siete partes importantes que finalmente se alzan con el nombre de sistema inmunológico, son las siguientes:
- La médula ósea: se encuentra en la parte interna de los huesos y su nombre se asocial aún más con la columna, porque es desde allí donde se toman muestras para trasplantes o estudios asociados.
- Las adenoides: se ubican detrás de las fosas nasales dentro del cuerpo, su función se puede comparar con la de las amígdalas; estas proceden a retener las bacterias que ingresan por la cavidad nasal y a combatirlas antes de que se propaguen.
- Las amígdalas: se encuentran en la garganta, al final de la lengua y su trabajo consiste en proteger el organismo de bacterias que quieran ingresar por la cavidad oral. Como reacción ante cualquier ataque se inflaman y producen fiebre, algunas personas requieren de cirugía para extraerlas cuando ya están muy dañadas.
- El bazo: es común escuchar sobre este pequeño órgano que se ubica en el área abdominal y que también se asocia con el sistema inmunológico para la defensa general del organismo.
- Los ganglios: trabajan en conjunto con el sistema linfático y cuando detectan alguna anomalía se inflaman para alertar al cuerpo. Se encuentran por todo el organismo y su característica principal es su forma redondeada y pequeña.
- Los vasos linfáticos: los linfocitos combaten las enfermedades y ellos son el canal por el cual se desplazan. Los vasos están en todo el cuerpo y sirven de transporte para los órganos linfáticos.
- El timo: quizás el órgano menos conocido pero también de suma importancia, en él nacen y maduran las células o linfocitos T. Sin estas células el cuerpo no se amoldaría a cada bacteria o amenaza para poder combatirla y lo harían siempre de la misma manera aunque la patología cambiara.
- Placas de Peyer: parece que a cada órgano se le asignó el cuidado de un área específica, siguiendo sobre ese concepto, las placas de Peyer son las protectoras de las mucosas. Se encuentran en el intestino delgado y conjuntamente con otros tejidos asociados forman el sistema inmune de esos tejidos blancos.
Tipos de sistema inmunológico
Aunque siempre se hable de un solo sistema inmune, la verdad es que se puede dividir en dos tipos, uno que funciona desde el momento de la concepción y se va desarrollando llamado (innato) y otro que evoluciona a lo largo de la vida según las enfermedades que ataquen al cuerpo, éste se denomina (adaptativo).
- Sistema innato: Se refiere a la respuesta inmediata o básica que arroja el cuerpo ante cualquier amenaza, estas son la fiebre, la inflamación y el sistema de complemento que es el de mayor importancia porque ataca cada patógeno con más de 20 proteínas para lograr destruirlo.
- Sistema adaptativo: Es una respuesta más eficaz contra el ataque de anticuerpos y su eficiencia proviene de todo el aprendizaje por el que ha pasado tanto el portador como sus antecesores. La memoria inmunológica existe y se aplica en este caso, los antígenos detectan la infección o virus y lo combaten como saben hacerlo, hasta erradicarlo. Los linfocitos son los que encabezan la lucha de sistema adaptativo.
Barreras superficiales previas al sistema inmune
La palabra inmune significa ‘defender desde dentro’ esto significa que el principal objetivo del sistema inmunológico es evitar la entrada de las bacterias o enfermedades. El cuerpo tiene dos niveles de defensa, o incluso más, pero en este caso las barreras químicas forman la primera línea de defensa.
Esta protección química y biológica se puede ejemplificar fácilmente con acciones tan espontaneas como estornudar, llorar, toser, expulsar mucosa entre otros. Con estos procesos iniciales, el cuerpo evita que las bacterias o posibles agentes infecciosos entren al lugar donde pueden propagarse y causar más daño. En esa segunda línea defensiva se encuentran los órganos que componen al sistema inmunológico comenzando con la Médula Ósea o el Timo y continuando con el Bazo y los ganglios.
Cómo funciona el sistema inmunológico
Para que la labor de combatir infecciones se lleve a cabo hacen falta los linfocitos, quienes son la parte más importante de todo el sistema. Estos glóbulos se forman inicialmente en la médula ósea, así como sucede con el resto de células del cuerpo, sin embargo su madurez y localización determinarán su trabajo.
Los linfocitos B y T son los más importantes, el primero de ellos se forma directamente en la médula ósea, maduran lo suficiente como para proteger al cuerpo desde allí. El segundo grupo se madura directamente en el Timo, detrás del esternón. Desde sus respectivas ubicaciones se desplazan a través de los vasos y se dirigen a los órganos linfoides o se mantienen con un desplazamiento por todo el cuerpo hasta que una amenaza requiera ser neutralizada.
Las otras células que se forman para proteger al cuerpo y que pertenecen al sistema inmunológico se denominan fagocitos.
¿Cómo trabajan los linfocitos ante una amenaza?
Depende del tipo de infección o bacteria que se haya aproximado al organismo, los linfocitos y las células citotóxicas tomarán partido. Las primeras, es decir, los linfocitos B y T se encargan de atacar la amenaza o el tejido que esté siendo dañado. En el proceso se pueden manifestar sensaciones como fiebre o dolor dependiendo de la zona y tipo de amenaza que sea.
Las citotóxicas destruyen los microorganismos, los asesinan antes de que se desarrollen y evolucionen para hacer más daño.
Manifestaciones del sistema inmunológico
La mayoría de las enfermedades que atacan al cuerpo se asocian con una serie de síntomas de alto o bajo impacto, es decir, algunos son más notorios que otros. También existen las enfermedades asintomáticas que no muestran ningún síntoma físico por el que la persona deba alarmarse.
El sistema inmunológico tiene la labor de prevenir pero también de alertar, es por ello que uno de las manifestaciones más comunes que puede mostrar ante una amenaza es la inflamación.
La inflamación se traduce en una enorme cantidad de glóbulos blancos tratando de combatir la amenaza, que puede ser una infección, traumatismo, tumor, herida, etc. Cuando la infección ha sido neutralizada con éxito la inflamación baja, es decir, los linfocitos continúan con su desplazamiento habitual.
Fallos del sistema inmunológico o autoinmunidad
El principio básico de este sistema es el reconocimiento inmediato de una amenaza cuando quiere dañar al cuerpo, pero también existe un desajuste de esta capacidad de identificación que vuelve al sistema en contra de su portador.
Las células no pueden diferenciar a las bacterias e infecciones de las células sanas y comunes que coexisten dentro del organismo y por ello proceden a atacarlas. De este fenómeno se derivan las enfermedades autoinmunes que son degenerativas y van atacando determinadas partes del cuerpo hasta desgastarlas, dañarlas o morir.
El otro tipo de trastorno del cual es sujeto el sistema inmunológico es la inmunodeficiencia que consiste en la incapacidad del cuerpo para defenderse.
Enfermedades del sistema inmunológico
Existen dos grandes grupos, la autoinmunidad y la inmunodeficiencia, dentro de ellas existen y se desarrollan estas enfermedades muy diversas que pueden atacar al organismo:
Lupus: forma parte de las enfermedades autoinmunes y ataca los tejidos blandos de forma progresiva, también puede atacar los huesos. Los órganos más afectados son los riñones y en general todos los demás.
Artritis: enfermedad degenerativa y dolorosa en donde el sistema ataca los huesos y las coyunturas causando una deformidad irreversible.
Celiaquía: el cuerpo no puede procesar el gluten y se involucran otros factores como la insulina y el azúcar, forma parte también las patologías autoinmunes.
Esclerosis Múltiple: los nervios son los que más sufren al igual que la persona que la padece. Las células atacan la cobertura del sistema nervioso causando atrofias graves.
Diabetes: en este caso se ataca al páncreas el cual deja de producir insulina y el cuerpo requiere de dosis externas para mantener el funcionamiento. Trae como consecuencia la pérdida de irrigación en las extremidades o pérdida de la visión.
VIH / SIDA: la única enfermedad de la lista que se denomina inmunosupresora. Quienes la padecen carecen de protección en el organismo, no pueden defenderse de bacterias, virus ni infecciones y requieren medicación perpetua al igual que chequeos constantes para evitar el desarrollo de alguna patología mortal.
La Hipersensibilidad
Este tipo de afección que sufre el sistema inmune se compone de cuatro etapas según su gravedad, su estapa número uno puede significar una simple alergia pero en realidad quiere decir que los tejidos están siendo marcados para destruirse. Es parte del proceso que ejecutan las enfermedades autoinmunes y conforme aumenta el nivel puede destruir masivamente grandes extensiones de tejido. Un ejemplo de ello es la dermatitis o eczemas en la piel. Son enfermedades que parecen inofensivas pero que van calando en los tejidos hasta inutilizarlos.
Cáncer en el sistema inmunológico
Es importante destacar que aunque el sistema inmune se encarga de proteger al cuerpo ante cualquier enfermedad, este por si solo puede sufrir enfermedades bastante graves. El cáncer asociado al sistema es peligroso porque se puede propagar rápidamente ya que cuenta con irrigación sanguínea, tejidos blancos y ganglios. No es un solo tipo de cáncer que puede aparecer, ellos son: cáncer linfático, aparece en las células y es el más común en niños y adolescentes. También la leucemia que ataca el trabajo de la médula produciendo en exceso las células que defienden al cuerpo. Ya se han establecido los procedimientos que pueden atacar este tipo de cáncer, sin embargo, sigue dependiendo de la detección temprana y la reacción de organismo.
¿Se puede manipular al sistema inmune?
La respuesta es sí, y es porque sus propias deficiencias han conducido al estudio y la supresión de determinados factores del sistema inmune. Ante la presencia de células que en su desajuste suelen atacar al cuerpo humano o procedimientos médicos como trasplantes, se suele recetar inmunosupresores que pausan el trabajo de los linfocitos para no causar un daño mayor.
Estos procedimientos tienen consecuencias sobre el organismo, sobre todo si es atacado por alguna enfermedad. Sin embargo se hacen bajo vigilancia médica para evitar efectos secundarios. En el caso de personas que padezcan enfermedades autoinmunes, existen fármacos permanentes que mantienen el equilibrio y evitan una degeneración mayor ante la enfermedad.
Cómo mantener un sistema inmune saludable
Este sistema no es infalible y tampoco eterno, por lo tanto necesitará asistencia a lo largo del desarrollo para funcionar correctamente. Existen una serie de vitaminas que han sido marcadas como beneficiosas para el sistema inmune y que pueden mantener las defensas del cuerpo en un nivel considerablemente alto.
La vitamina C es la favorita del grupo porque ayuda a combatir los patógenos y además aumenta la eficacia en la respuesta inmediata del cuerpo ante las amenazas. Luego la vitamina B, E y vitamina A pueden complementar el trabajo al cuidar la piel, el órgano más grande y protector del cuerpo.
Finalmente algunas recomendaciones domesticas para acondicionar el sistema inmunológico y prepararlo para cualquier tarea:
- Establecer rutinas de ejercicio diario.
- Tomar abundante agua o zumos de vegetales.
- Alternar agua fría y caliente durante el baño para estimular la circulación.
- Comer frutos cítricos con altas cantidades de vitamina C y vitamina A.
- Consumir hierro ya sea de forma natural o en fármacos.
- Realizar exámenes médicos con regularidad.