Son ciudades más amables con sus usuarios y a la vez más eficientes en la gestión de los recursos disponibles mediante el uso de la tecnología, la sostenibilidad y la innovación. Estos tres conceptos se aplican en ámbitos como el del transporte, el medio ambiente, la sanidad, la cultura, la seguridad, la economía e incluso el gobierno (transparente) de la ciudad.
Veamos un ejemplo: con un sensor en los contenedores de basuras sería posible saber cuándo están llenos y así optimizar la recogida de residuos, de manera que los ciudadanos viven sin malos olores y los servicios de limpieza vacían los contenedores sólo cuando es necesario.
Prototipo de coche urbano ©Franco Variani
Con esta información las ciudades pueden ahorrar en la factura de los servicios, reducir sus emisiones de CO2 y su gasto energético y mejorar su habitabilidad.Para implementar este tipo de tecnologías es necesaria la complicidad de las administraciones, los usuarios y los inversores privados. La rigidez en el funcionamiento de la Administración no suele facilitar todo lo que suena a innovación. Además, ésta debe llegar a acuerdos con empresas que puedan proveer los dispositivos y servicios necesarios, es decir empresas volcadas en la investigación y desarrollo de estos nuevos productos. Por último, requiere una educación de los ciudadanos: se oferta una nueva tecnología que deberán conocer y utilizar y a veces puede ser necesario vencer sus reticencias.
El modelo smart city se está extendiendo por todo el mundo. En Europa recibe el apoyo de la Unión Europea y existen multitud de proyectos relacionados con él, muchas veces financiados o promovidos por empresas del sector de la energía o de las TIC en colaboración con la Administración.
Entre los proyectos europeos cabe destacar el de Ámsterdam.
Engloba 17 iniciativas encaminadas a convertir Ámsterdam en una ciudad inteligente, entre ellas:- mejora de la eficiencia energética en las piscinas públicas.- instalación de paneles solares en el centro de negocios de la ciudad para la producción de energía.- creación de puntos de trabajo al aire libre provistos de energía solar e internet.- instalación en 400 hogares de un sistema de gestión de energía que informa del consumo realizado y ayuda a ahorrar energía.- cultivo de alimentos mediante el uso de iluminación LED en edificios y oficinas vacíos.- ...
Las propuestas son muy interesantes y variadas, aunque todas ellas encaminadas al ahorro de energía. En algunos casos se efectúan pruebas piloto en una parte de la ciudad para estudiar su viabilidad y los resultados antes de extenderlas a todo el territorio.
En España existen ya varias ciudades inteligentes. Indra y Abertis Telecom han desarrollado propuestas para las ciudades de Sant Cugat del Vallès, Lleida, Zaragoza y Rivas-VaciaMadrid. Palencia y Valladolid con el apoyo de la Fundación Cartif también han puesto en marcha un proyecto conjunto. En Santander, en colaboración con la Universidad de Cantabria y Telefónica, se ha implantado una red de dispositivos que tienen como objetivo ofrecer información al ciudadano sobre tráfico, el tiempo, el estado de las playas y la calidad del aire, entre otros. Málaga y Endesa colaboran para integrar las fuentes renovables de energía en la red eléctrica. Sevilla, Barcelona, Vitoria, Granada, son otras de las ciudades inteligentes que tenemos cerca.